La rada mahonesa es un espacio privilegiado para el cultivo de mejillones e históricamente ha acogido una gran actividad marisquera. Actualmente, son dos las empresas que se dedican a este negocio, con un total de 14 bateas. | Gemma Andreu

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El aumento de la temperatura de los océanos debido al cambio climático está impactando en el equilibrio de los ecosistemas marinos, afectando especialmente al Mediterráneo, un mar que se calienta más rápido que otras zonas del mundo. Una de las especies que más está acusando la subida de las temperaturas es el mejillón, que está registrando un incremento de la mortalidad en verano. Se trata de un fenómeno que afecta de lleno a Menorca, donde los productores del puerto de Maó se están viendo obligados a cambiar su producción habitual, con el objetivo de avanzarla y evitar los meses más calurosos.

«Hay una tendencia que se está extendiendo por todo el Mediterráneo, y es que todo el mundo intenta acabar la producción, como muy tarde, a finales de julio, para curarse en salud y evitar el riesgo de que los mejillones se mueran en agosto, cuando la temperatura del mar ya es demasiado alta», señala Paco González de Muscleres González, que produce hasta 120 toneladas de mejillones al año en la rada mahonesa. Por su parte, la otra empresa del puerto, Manuel Cabrera e Hijos, tuvo una producción en 2024 de setenta toneladas.

Temperatura de estrés

Los mejillones tienen un rango de temperatura óptimo para su crecimiento, y cuando las aguas superan este umbral, los moluscos sufren estrés térmico, lo que afecta su desarrollo y su capacidad de reproducirse, pudiendo provocar incluso su muerte. Ahora, con la subida de la temperatura del mar las empresas mejilloneras se están viendo obligadas a cambiar su ciclo de producción para evitar la mortalidad que se puede producir al final del verano, cuando el agua ya está muy caliente. «Nos tenemos que adaptar al calentamiento global y sabemos que el mejillón empieza a sufrir a los 26 y 27 grados, por lo que en el Mediterráneo ya no podemos alargar la producción hasta el mes de agosto, cuando el mar alcanza temperaturas extremas, y es mejor intentar venderlo todo en el mes de julio», explica Ignasi Gairín, investigador del Institut de Recerca i de Tecnologia Agroalimentaria (IRTA), quien asegura que ahora en el mes de junio la temperatura del Mediterráneo ya empieza a ser demasiado alta para los mejillones.

Una batea en el puerto de Maó.

En este sentido, Paco González explica que hace unos años su producción de mejillones solía acabar en septiembre, e incluso se podía alargar hasta Navidad, pero ahora prefiere no asumir el riesgo de tener una mortalidad elevada, por lo que ha optado por venderlo todo en julio. González recuerda que en agosto de 2022 perdieron más del cincuenta por ciento de lo que quedaba en las mejilloneras, lo que les hizo decidirse por el cambio. «Ahora nos quedamos sin mejillones a media temporada turística, pero el riesgo de intentar alargar la producción es demasiado alto», enfatiza.

Mover las bateas para buscar temperaturas más bajas

La semana pasada el GOB organizó una jornada sobre acuicultura regenerativa, durante la cual diversos expertos debatieron sobre las nuevas técnicas de producción que deben permitir una mejor adaptación al cambio climático, que tiene consecuencias como la subida de las temperaturas del mar. En este sentido, se pusieron encima de la mesa las afectaciones de estos cambios en la producción de mejillones en el puerto de Maó, cuya cría ahora resulta más complicada en agosto. Una solución que se planteó fue la de mover las bateas, que actualmente se encuentran en la zona de S’Altra Banda, y trasladarlas a zonas con temperaturas más bajas, como la orilla sur, donde las profundidades son mayores y el acantilado produce más sombra, aunque esta parte de la rada está más expuesta al viento.

Las claves
  1. El calentamiento del mar obliga a las mejilloneras a avanzar la producción

    La subida de la temperatura del mar está obligando a las mejilloneras del puerto de Maó a intentar vender todo el producto durante el mes julio, para evitar el riesgo de perder la producción en agosto. Hace unos años, la temporada se alargaba incluso hasta Navidad.

  2. Los expertos plantean trasladar las bateas a zonas más profundas

    Los expertos proponen posibles soluciones para hacer frente a la subida de la temperatura del mar, como trasladar las bateas de mejillones a zonas más profundas y frescas del puerto de Maó, como la orilla sur, aunque quedarían más expuestas a las tramontanadas.

  3. El puerto de Maó tiene potencial como espacio para la acuicultura

    La rada mahonesa es un espacio idóneo para la acuicultura, y los expertos señalan que se podría ampliar la actividad marisquera y explorar nuevas opciones, como el cultivo de macroalgas, que además presentan importantes beneficios de carácter ambiental.