Faisal Rasheed, con el número premiado. | Josep Bagur Gomila

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Poco imaginaba Faisal Rasheed que la suerte le sonreiría del modo que lo ha hecho, tras recorrer a pie 9.000 kilómetros desde Pakistán a España, en busca de una oportunidad. Ahora, después de tres años viviendo en Ciutadella, este sábado comprobó con gran sorpresa que su décimo con el    número 18.344 para el sorteo de la Lotería Nacional, valía 130.030 euros. Un premio que le cambia la vida, después de una infancia dura y sin perspectivas de futuro en su país de origen.

«Estaba mirando el móvil y vi que la lotería había tocado en Ciutadella», narra Rasheed, quien para nada esperaba ser él el afortunado. Vio que el número premiado coincidía con el suyo, pero «no me lo creía». Hasta el punto que «el sábado y el domingo fui a trabajar» con normalidad y no fue hasta el «lunes, cuando me desperté, que fui a la administración de la Plaça des Pins y me confirmaron que tenía premio», exclama con alegría este pakistaní de 24 años que trabaja en un kebab de Ciutadella.

Un largo viaje... con premio

Nunca olvidará Rasheed el 12 de octubre de 2024. En los cinco años que lleva en España «solo había jugado tres o cuatro veces a la lotería», pero al pasar por delante de la administración de lotería de ponent entró a probar suerte «en el Día de la Hispanidad». ¡Y la encontró!

La historia de Faisal Rasheed es como la de muchos migrantes que dejan sus hogares y a sus familias en busca de una vida mejor. En su caso, «había terminado los 12 cursos» del sistema educativo pakistaní, «antes de la universidad». De hecho, no llegó a trabajar, «allí es muy difícil encontrar trabajo», asegura. «Uno está siempre en la calle», sin muchas expectativas. Con 19 años «decidí irme en busca de una vida mejor», aunque eso implicaba dejar atrás a sus padres, a su hermana y sus dos hermanos, para iniciar un largo camino. «Al principio quería llegar a Italia», pero terminó en España, recorriendo «unos 9.000 kilómetros a pie».

El trayecto duró 9 meses, cruzando once pasos fronterizos, primero de Pakistán a Irán, y caminando luego por Turquía, Grecia, Macedonia, Serbia, Bosnia, Croacia, Eslovenia, Italia, Francia yEspaña. «El viaje fue muy duro, comiendo lo que podíamos, bebiendo agua de lluvia, porque nunca sabes si es buena», especialmente en zonas urbanas. «En la montaña sí que es buena».

«Me encontré con alguna buena persona, que me dio comida», dice el ahora premiado, agradecido por las muestras de apoyo recibidas. También, para la Cruz Roja, que en varios países le proporcionó ropa y algo que llevarse a la boca.

Al fin, hace cinco años «llegué a Barcelona», ciudad en la que «encontré trabajo en un kebab» y donde, dos años después, «mi primo que estaba allí, me dijo que se venía a Menorca y que tenía trabajo para mí», en el local que regenta en el Carrer de Sant Isidre. Fue así que Rasheed arribó a la Isla, lugar que «me gusta mucho, es muy tranquilo para vivir, no es como Barcelona, donde siempre te están pidiendo los papeles».

Ahora, este golpe de fortuna le permite soñar. «Me gustaría tener mi propio negocio, antiguamente trabajé en una pizzería, y es algo que me gusta, quisiera tener mi propia pizzería», dice Rasheed, quien desea continuar viviendo en Menorca, donde se siente bien acogido.

El apunte

«Quería quedarme en Italia, pero el gobierno no quería a los inmigrantes»

El viaje fue un vía crucis para Faisal Rasheed, a quien le tocó experimentar en primera persona la discriminación que existe, todavía a día de hoy, hacia los migrantes. Le ocurrió en varios países. «La policía te para cuando ve que eres inmigrante», incluso «en Croacia, Eslovenia e Italia me detuvieron, hasta cuatro veces me encerraron uno o dos días, sin motivo, simplemente por ser inmigrante».

Felizmente, este pakistaní pudo retomar el camino, aunque cambiando el lugar de destino. «Quería quedarme en Italia, pero el gobierno no quería inmigrantes».

La política xenófoba le empujó a pasar a Francia, para llegar a nuestro país, concretamente a Barcelona, donde ya estaba viviendo un primo suyo, Imrán. Allí «estuve viviendo dos años y trabajé en un kebab», hasta que le surgió la posibilidad de volar hasta Menorca.