Imagen aérea de la zona del faro de Favàritx, que solo se puede grabar con un dron con autorización previa.

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El operador del dron que la semana pasada obligó a alterar durante algo más de 30 minutos el normal funcionamiento del tráfico aéreo de la Isla no contaba con autorización para sobrevolar la zona de Favàritx. El punto en el que fue avistado el aparato no solo se encuentra en el trayecto de las maniobras de aproximación de los aviones por la cabecera norte del aeropuerto, sino que está dentro del Parque Natural de S’Albufera des Grau, un espacio medioambientalmente muy sensible que requiere petición formal y resolución favorable de los gestores del parque, que depende de la Conselleria de Agricultura, Pesca y Medio Natural del Govern, para poder utilizar este tipo de artefactos.

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Desde la dirección del parque natural confirmaban ayer a este diario que no les consta ningún permiso concedido para el día en que se produjo el avistamiento de un dron que, según denunciaron los controladores aéreos, se encontraba a una altura de 2.500 pies, cerca de 800 metros de altura, muy por encima del límite permitido, que generalmente se sitúa en 120 metros. Hasta cinco vuelos se vieron afectados por la presencia del aparato.

Según explicaron ayer fuentes de la Guardia Civil, como marca el protocolo, recibieron aviso de los controladores aéreos. Sin embargo, cuando los agentes se dirigieron a la zona de los acantilados de Favàritx el dron ya no estaba. No hay más noticias del piloto que lo operaba. Cabe subrayar que la normativa estatal establece sanciones que en el caso de los aficionados sin conocimientos aeronáuticos y sin fines comerciales van de 60 euros a 45.000 euros, pero que en el caso de los profesionales, y en infracciones consideradas muy graves, podrían llegar a alcanzar los 4,5 millones de euros.