Imagen de archivo de un dron.

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Menorca no resulta un lugar sencillo para hacer volar un dron legalmente. Entre áreas de influencia del aeropuerto y los helipuertos, zonas militares, espacios con distintos niveles de protección ambiental y núcleos habitados, resulta complicado encontrar un sitio donde operar un dron de uso profesional sin que sean necesarios permisos explícitos.

Enaire, el gestor de la navegación aérea en España, ofrece una herramienta práctica (http://drones.enaire.es) para conocer cuáles son las restricciones actualizadas, con un mapa que facilita el trabajo a los profesionales, un sector que lamenta que hay «mucha regulación, pero poca vigilancia».

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«Pillan a uno de cada mil» explica Marc Pons, de la empresa La vida en un dron, quien destaca la gran regulación existente para una práctica que, para llevarla a cabo con garantías, implica muchos dolores de cabeza para los operadores: «Yo he llegado a perder trabajos porque se habían pasado los plazos para pedir los permisos», explica Pons. No es tarea sencilla porque en función de la zona que se pretende sobrevolar se requiere la autorización de distintas administraciones.

A modo de ejemplo, para poder sobrevolar una zona poblada hacen falta permisos del Ministerio del Interior; para utilizar un dron en las áreas de influencia de aeropuertos, helipuertos y aeródromos (en un radio de ocho kilómetros) hay que informar y detallar el plan de vuelo a la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA); el Ejército debe autorizar la realización de fotografías o vídeos en sus zonas restringidas; la Conselleria de Agricultura, Pesca y Medio Natural del Govern interviene en el caso de que sean espacios bajo las distintas figuras de protección existentes...

Todo este entramado de permisos administrativos afecta especialmente a la zona del levante insular, desde Es Mercadal a Maó, donde coinciden hasta tres helipuertos, zonas militares, el aeropuerto, el aeródromo y la mayor cantidad de núcleos poblados, además de zonas de especial protección como el parque natural de S’Albufera des Grau. En cambio, explican desde el sector, la vigilancia brilla por su ausencia, mientras el uso de dron gana mala fama por las prácticas inadecuadas de algunos.

El apunte

Registro, formación y seguro: requisitos para aficionados y profesionales

La Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA), encargada de regular el uso de drones, elimina en la última normativa la distinción entre profesionales y aficionados, haciéndoles cumplir las mismas normativas tanto en zonificación, como en requisitos para poder operar los aparatos. Se exime de esas exigencias los artefactos que son considerados de riesgo muy bajo, básicamente juguetes con menos de 250 gramos de peso. Para el resto, cualquier usuario de un dron, y aunque pretenda hacerlo volar en zonas de acceso libre, tiene que cumplir con unos requisitos, si no se quiere exponer a ser multado: registrarse como operador de drones y exponer ese número de registro en el aparato, llevar a cabo una formación como piloto a distancia y contratar una póliza de seguro de responsabilidad civil.