Karina Gibert cree que «el miedo a lo desconocido es normal pero no podemos quedarnos atrás. Todos debemos tener cultura digital».

TW
4

La profesora Karina Gibert i Oliveras, catedrática y doctora en Informática de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) está especializada en Inteligencia Artificia (IA) y big data. Será una de los cuatro ponentes de la decimosexta edición del Foro Menorca Illa del Rei del próximo miércoles, dedicado a los retos de la IA para Menorca. Fue fundadora y ahora también dirige el centro de investigación Intelligent Data Science and Artificial Intelligence. Entre otros premios, el año pasado fue reconocida con el Premio Nacional de Ingeniería Informática. En el Foro hablará sobre el uso ético de la IA.

¿Le preocupa que sus datos personales estén poco protegidos? ¿Cómo lo hace para preservarlos?

—Con la cantidad de aplicaciones digitales que hoy en día nos vemos obligados a utilizar es casi imposible estar seguro de lo que se hace con los datos de uno. Entre otras cosas,    yo me fijo mucho en no aceptar cookies por defecto casi nunca y procuro no dar información personal en redes, ni en los perfiles de las aplicaciones más allá de la estrictamente imprescindible. También es cierto que siendo el mundo digital mi herramienta de trabajo casi no lo utilizo para usos recreativos y de entretenimiento, con lo que dejo menos huella digital de lo habitual.

La inteligencia de datos ha experimentado un progreso exponencial. ¿Cuál es su visión de esta evolución? ¿Hacia dónde vamos?

—Sí. Ciertamente. Ya hace tiempo que sabemos que el dato convenientemente analizado aporta un valor añadido importante. El desarrollo tecnológico de los últimos años ha abierto la posibilidad de recoger muchos datos de muchas cosas que hasta hace poco era impensable que pudiéramos medir (el oleaje de la Antártida en tiempo real,    nuestras constantes vitales o la contaminación atmosférica del rincón más recóndito) y esto abre la posibilidad de leer el mundo a través de todas estas mediciones y obtener mayor conocimiento de lo que pasa. Podemos estudiarlas, buscar regularidades y comprender el porqué de las cosas y    a partir de aquí incluso anticiparnos. Esto representa un cambio de paradigma radical que ha transformado negocios, relaciones laborales, tratamientos médicos e incluso la forma como nos informamos.

Los datos son información que permite orientar la toma de decisiones. Usted es asesora de varias instituciones ¿Puede describirnos algún ejemplo de su uso?

—Como decía, el hecho de disponer de datos de calidad sobre un sistema (un negocio, un hospital, lo que sea...) permite extraer conocimiento sobre su funcionamiento y gestionarlo mejor, o controlarlo mejor, o potenciar o prevenir determinados eventos. En mi carrera hemos trabajado en temas muy variados como construir un asistente inteligente para plantas depuradoras de aguas residuales que puede anticiparse a disfunciones en la depuración y ayudar al jefe de planta a mantener óptimo el proceso, o caracterizar los puntos fuertes y débiles de los servicios turísticos de un territorio junto a los gustos o expectativas de sus visitantes,    o asesorar a la OMS sobre cómo desarrollar sistemas de salud mental en los países subdesarrollados en función de su situación de partida.

Ingeniería informática es una de las grandes carreras de estos tiempos. ¿Qué recomienda a un estudiante que se plantee seguir ese camino?

—Que no dude. Estamos en la era de la transformación digital. Los mejores trabajos de los próximos años serán de este ámbito y    hay una gran necesidad de profesionales formados. Además, esta formación, que es la que yo misma realicé, ofrece la posibilidad de interactuar con profesionales de todos los ámbitos y contribuir adónde nos resulte más atractivo. Yo he trabajado con médicos, ambientólogos, artistas, empresarios, asistentes sociales, enfermeras, políticos... desde la ingeniería informática una se acerca al campo de aplicación que más le apetezca.

¿Cómo ve que en Menorca, en la sede de la UIB se ofrezcan estos estudios?

—Una excelente decisión. Menorca solo puede recibir beneficios de formar este tipo de profesionales desde la propia isla. Es un mercado en crecimiento. Así que disponer    de talento local para esta transformación digital que además de la formación técnica pueda comprender la idiosincrasia y particularidades del territorio es fundamental.

Noticias relacionadas

¿Existen diferencias de género en esta profesión?

—Más que diferencias de género, lo que hay es una enorme brecha de género. No hay mujeres en el sector. Muy pocas. En Catalunya hay un 9% de profesionales TIC ejerciendo. Y hace nada había un 5% de chicas estudiando la carrera. Desolador. El sector más prometedor de las próximas décadas y prácticamente sin mujeres. Algunas trabajamos de forma organizada y muy intensamente para revertir la situación y en setiembre de 2024 subimos a un 22% de alumnas matriculadas en la facultad. Pero incorporar mujeres al sector no solo es importante para que accedan a buenos empleos, sino porque las TIC serán la infraestructura básica de esa nueva sociedad digital y la perspectiva femenina es básica para la construcción de una sociedad inclusiva y justa.

Para entender el cambio que representa la IA ¿puede darnos un ejemplo de alguna aplicación concreta actual?

—Vivimos rodeados de IA desde hace algún tiempo. La llevamos incluso en el bolsillo. El GPS es una IA que hizo que la gente dejara de perderse por los sitios. La roomba tiene una IA de visión artificial que hace que no se tire por las escaleras, o que transite bien por casa donde no había estado nunca. Hay IAs que ven tumores en tomografías de pulmón donde el ojo humano aún no detecta nada. Y Amazon tiene camiones por los barrios cargados de las cosas que vamos a querer comprar desde antes que las pidamos para poderlas entregar en 10 minutos. Podría llenar muchas páginas con ejemplos.

La Unión Europea acaba de aprobar una ley para poner límites a la IA. ¿Qué le parece?

—La IA es una tecnología disruptiva de gran potencial. Si no se entrena correctamente, se alimenta de datos erróneos o desequilibrados o se implanta sin cuidado puede disfuncionar e impactar gravemente a un gran número de personas en pocos instantes. Por eso es básico regular sus usos y garantizar que no se vulnera a las personas. Europa lidera esta batalla a nivel internacional.

Esperar que se apliquen sus herramientas con criterios éticos en la sociedad actual puede ser una misión imposible, ¿no le parece?

—Pues vamos a tener que hacerlo porque sino las desigualdades sociales están servidas. Por eso resulta fundamental no sólo el marco legal que establece Europa, sino la deontología profesional de quienes la diseñan, la implantan, la operan o la consumen y no bastarán las competencias técnicas en el sector, sino que los valores de los profesionales y los de los usuarios jugarán un papel clave

¿Cómo deben apostar las administraciones por la aplicación de la IA?

—La IA es una de las palancas de desarrollo más potentes. Hay que formar a los empleados públicos, pero no solo eso. Hay que constituir infraestructuras de datos fiables y sobre ellas implantar IA que permita insertar el dato en la toma de decisiones a nivel sistémico en la pime, en la industria, en los hospitales. Es importante acompañar estas estrategias de inversiones acordes a los objetivos

Usted conoce temas que preocupan en Menorca, como el impacto del turismo sobre la sociedad insular. ¿Podría utilizarse la IA para el diagnóstico y la aplicación de medidas?

—Naturalmente. Este es precisamente uno de los grandes valores de esta disciplina. Que permite caracterizar que está ocurriendo y facilita enormemente saber cómo proceder.