Buscar piso se convierte en todo un reto en ciudades como Palma, Barcelona o Madrid. En Girona, Lleida o Valencia es más económico, y suele serlo más si se opta por residir en poblaciones de los extrarradios

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Cursar estudios superiores fuera de Menorca se va encareciendo año a año. La insularidad ha sido siempre una dificultad, pero el esfuerzo que supone para las familias ha ido acentuándose, especialmente por la escalada de los alquileres. Arrendar una habitación en ciudades como Palma, Barcelona o Madrid oscila, por lo general, entre los 350 y los 600 euros, según la ubicación y las características del piso, a lo que hay que sumar otros gastos, como la manutención.

Los datos hablan por sí solos. Entre 2018 y 2024, el precio medio de los pisos de alquiler, en el mes de julio, en una ciudad como Barcelona se ha incrementado de 16,10 a 21,60 euros el metro cuadrado, según el portal especializado Idealista.com. O lo que es lo mismo. Un piso medio de 80 metros cuadrados y 3 habitaciones se ha encarecido unos 440 euros, de los 1.288 euros que costaba hace seis años, a los 1.728 que se piden ahora. Es decir, por una habitación que costaba 429 euros, ahora se pagan 576. Son 147 euros más al mes y 1.763 al año.

Un reto

Muchos estudiantes intentan mantener los contratos de un año a otro para conservar las condiciones y evitar el reto de tener que volver a buscar. En septiembre, Josep Mercadal  empezará en Barcelona el tercer curso de Ingeniería Eléctrica y reconoce que en su primer año, junto a dos compañeros de Ciutadella, «nos costó bastante encontrar piso, buscábamos y no salía nada». Al final, salió una oportunidad y «tuvimos que decidir muy rápido, no podíamos decir que no» a un alquiler de 400 euros, gastos aparte.

En Madrid, Caterina Lumina hará cuarto de Relaciones Internacionales y asegura que «sí que hay habitaciones, pero a una media de 600 euros, a media hora del centro». Es cierto que «tengo compañeros que están en pisos por 450  o 500 euros, pero han ido renovando el contrato desde primero, compensa pagar en verano».

Otro caso es el de Toni Miquel Anglada. «La verdad es que he tenido suerte», reconoce este estudiante de Ingeniería Informática. En Barcelona «he conseguido habitación por 380 euros en la zona de Tetuán, no puedo quejarme», señala, consciente de la dificultad que entraña hallar un alquiler asequible. «El año pasado busqué y no hubo forma». Por suerte, «tengo a mi abuela allí y pude pasar un año en su casa».

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Otra opción para el primer año de estudios fuera de la Isla la encuentran muchas familias en residencias o colegios mayores, hasta familiarizarse algo más con la ciudad. Ahí se abre un abanico de alternativas, pero que no suelen ser nada baratas, a partir de 600 euros.

La búsqueda fue compleja para Cati Pons, quien al final optó por una plaza en una residencia de Madrid para su hijo en su primer año de carrera. «Era muy caro, 1.130 euros, para una habitación individual con  baño, desayunos incluidos, cinco cenas al mes, cocina, acceso a gimnasio». Algo que cuesta de mantener varios cursos. «Ahora buscamos, no es fácil, puedes gastar lo que quieras», según la zona y el piso. «Hay anuncios por 350 o 400 euros, más la fianza y a veces también hay gastos de gestión y de reserva de alquiler si es por agencia», dice Pons.

Becas

Aunque es cierto que las becas han aumentado sus cuantías, no lo han hecho en la misma proporción que la vivienda y el coste de la vida. Algo que diluye el efecto de las ayudas. Aun así, para los alumnos consultados «ya es bueno» lo que reciban, aunque «solo dé para cuatro o cinco meses» fuera de casa.

En cifras, la cantidad máxima que puede percibir un alumno en función de la renta familiar es de 1.700 euros, 100 más que en 2018. Y por residencia en la Península se conceden 2.500 euros, cuando antes eran 1.500 euros. Y corresponden otros 937 euros por los traslados en avión o barco y no ha variado la cuantía que premia la excelencia académica (de 50 a 125 euros), y la cantidad variable de las becas (mínimo 60 euros), se reparte según el remanente con que cuenta el Ministerio de Educación.

Por otro lado, están las ayudas del Consell para desplazamientos fuera de Menorca, que pueden ser de un máximo de 2.000 o 2.500 euros según la línea de subvención que corresponda, siendo incompatible con las del Ministerio cuando esta supere los 4.500 euros. En resumen, en comparación a 2018, actualmente las becas pueden representar unos ingresos de unos 1.100 euros más al año que en 2018, mientras que, solo por el alojamiento, las familias pagan una media de 1.763 euros más al año.

El apunte

«Ir a estudiar fuera supone unos 9.000 euros al año, aunque depende mucho de cada caso»

Desde el Centre Municipal Universitari de Ciutadella, Emilia Suárez comprueba cada año, por esta época, el «drama» que representa para muchas familias buscar un piso para sus hijos. «Es muy complicado, hay mucha demanda y cuesta encontrar oferta», con el agravante que supone el alquiler turístico. «Es un problema en toda España», expone Suárez, que asesora a los estudiantes y a sus familias en cuestiones como la búsqueda de alojamiento o las becas. Para dar una orientación, «decimos que ir a estudiar fuera representa unos 9.000 euros al año, pero depende mucho de cada caso».

«El primer año, muchas familias se decantan directamente por una residencia, sobre todo en capitales de provincia, donde los alquileres son más caros». En Palma, Barcelona o Madrid una habitación «puede salir entre 350 o 600 euros, en Girona puede haber a partir de 250 euros», y algo menos en Lleida.

Desde hace un par de años «intentamos hacer una labor de nexo, entre alumnos que ofrecen habitaciones y aquellos que buscan», con una especie de bolsa para facilitar la labor a las familias. De hecho, «nos gustaría mejorar el sistema», afirma Suárez, para poner en contacto a estudiantes de Menorca que comparten el objetivo de estudiar lejos de casa.