Un halcón peregrino muerto en una torre eléctrica de Menorca localizada por los técnicos del Consell. | Agència Reserva de Bisofera de Menorca

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Aunque desde mediados de los años noventa Menorca trabaja para reducir el número de aves que mueren cada año por culpa de los tendidos eléctricos, los accidentes todavía se repiten con demasiada frecuencia y no es difícil ver animales muertos junto a las torres, lo que supone una grave amenaza para muchas especies, especialmente para las protegidas.

Para mejorar la protección de la fauna ante las electrocuciones y las colisiones con los aerogeneradores, el Ministerio para la Transición Ecológica ha iniciado ahora la consulta pública previa para la elaboración del real decreto que, entre otros aspectos, trasladará a las compañías eléctricas la responsabilidad de invertir en las actuaciones de mejora de los tendidos, una obligación que hasta ahora correspondía a las administraciones públicas.

Más de cien aves muertas

Félix de Pablo, técnico de biodiversidad de la Reserva de Biosfera de Menorca, explica que el problema de la electrocución de las aves está muy extendido por todo el mundo, incluida Menorca, aunque aquí se dedican más recursos que en otros territorios y se ha conseguido reducir la mortalidad. «En un determinado momento fue un problema muy importante en la Isla, pero hoy en día se ha reducido, y además las rapaces están mejor que hace unos años, pero siguen muriendo muchos ejemplares», asegura.

Una estampa que todavía se repite con demasiada frecuencia en la Isla.

El año pasado, el departamento de Medio Ambiente y Reserva de Biosfera del Consell revisó 2.535 torres eléctricas, y se contabilizaron un total de 119 aves muertas por electrocución. Las líneas con más mortalidad fueron las de Alcaidús (26), Sant Lluís (26) y Fornells (24). «Cuantas más torres revisas, más aves muertas encuentras», enfatiza De Pablo.

Entre las principales especies que se suelen encontrar electrocutadas en Menorca destacan los cuervos, las gaviotas, los milanos reales, las águilas pescadoras, los cernícalos, los halcones, las lechuzas y los autillos. En general, se trata de pájaros grandes, que se suelen posar en zonas altas, y normalmente son especies amenazadas.

Protocolo de actuación

El director de la Agencia Menorca Reserva de Biosfera, David Vidal, explica que desde el Consell se hace un seguimiento a pie de las líneas de alta tensión, y cuando se localizan aves electrocutadas se comunica a los agentes de medio ambiente del Govern balear, y se pasa aviso a Endesa para que aísle correctamente la torre que ha causado la mortalidad. De hecho, el año pasado el 85 por ciento de las actuaciones de este tipo en la comunidad autónoma balear se hicieron en Menorca, mientras que Mallorca se quedó con el 14 por ciento y Eivissa con el 1 por ciento. «Estos datos demuestran que el nivel de compromiso del Consell con esta problemática es muy alto, aunque todavía hay mucho margen para mejorar», afirma Vidal.
Centro de Recuperación

Desde el GOB Menorca llevan muchos años presionando para que las administraciones pongan medios para atajar el problema, y además gestionan el Centre de Recuperació de Fauna, donde acogen a muchas de las aves heridas. El coordinador de la entidad, Miquel Camps, explica que el año pasado atendieron a once águilas calzadas, nueve milanos reales, un halcón peregrino y diversos cuervos. «Nos suelen llegar animales de cierta envergadura, que han sufrido electrocuciones o choques contra los tendidos y normalmente presentan lesiones graves y difíciles de recuperar», lamenta.

El apunte

Las colisiones contra los cables, otra amenaza que es necesario abordar

Además del problema de las electrocuciones de las aves que se posan en las torres, desde el GOB señalan que también es necesario abordar la problemática de las colisiones de los pájaros que chocan durante el vuelo contra los cables de las líneas eléctricas. «Esto ocurre cerca de las superficies donde hay agua, y suelen ser aves que vuelan en bandada», explica Félix de Pablo, técnico de la Agencia Menorca Reserva de Biosfera. Se trata de un problema más difícil de detectar, puesto que a menudo el ave queda malherida y se desplaza, por lo que no se puede certificar. La solución pasa por la instalación de los llamados ‘salvapájaros’, unos dispositivos que se colocan sobre los cables para incrementar su visibilidad.