«Hoy, casi un año después de mi última visita a Menorca, recibí una bonita postal de agradecimiento de la oficina de multas de tráfico de Es Migjorn». Son las palabras con las que Fabrizio Garattoni, un turista italiano asiduo de la Isla, denuncia los límites de velocidad impuestos en la localidad migjornera y la sanción económica por haber excedido los mismos el verano pasado ante uno de los radares instalados en el municipio.
«¿Era un loco que conducía poniendo en peligro la vida de las personas o, sin conocer bien las carreteras, intentaba mantener el límite civil de velocidad?», expresa Garattoni, que relata, en una carta enviada a este diario, que la multa se debe al hecho de «haber conducido por una carretera a 51 kilómetros por hora, una velocidad muy peligrosa -ironiza-, cuando el límite era de 40».
Este turista italiano, que junto a su mujer ha visitado Menorca en numerosas ocasiones desde principios de los años 90, es uno de los miles de visitantes y residentes que se han visto sorprendidos por la recepción de multas emitidas por los cuatro polémicos radares que sancionan el exceso de velocidad en Es Migjorn Gran y Sant Tomàs.
«¿En su opinión, es esta la forma de agradecer a los turistas que cada año aportan a sus arcas municipales?», cuestiona Garattoni, que afirma estar «muy decepcionado por esta multa» y que «las próximas vacaciones elegiré de mala gana otro lugar».
Critica la «falta de sensibilidad mostrada hacia un turista que no ha recorrido los 100 kilómetros por hora» y califica la situación de «vergonzosa». La denuncia, aclara, la pone por el límite de velocidad, que, a su modo de ver, «solo se pone para multar, tanto a los residentes como a los turistas». Una afirmación que coincide con las protestas de vecinos y residentes de temporada que, no obstante, no han alterado la posición del Ayuntamiento de Es Migjorn, que defiende la pacificación del tráfico.