Dos personas rellenan garrafas de agua en las fuentes de Maó. | Archivo

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Menorca está avanzando en la mejora de su red de suministro, aunque la cantidad de agua potable que se desperdicia, principalmente por fugas en los sistemas de abastecimiento, continúa siendo estremecedor en un contexto de escasez de recursos.

Según los datos que acaba de hacer públicos el Observatori Socioambiental de Menorca (Obsam), el año pasado la cantidad de agua que se perdió por el camino fue de casi 2,6 millones de toneladas. Para hacerse una idea de la dimensión del problema valga tener en cuenta que esa cifra supera la del consumo urbano anual en todo el municipio de Maó.   

Las estadísticas, no obstante, reflejan una tendencia a la mejoría que hace pensar que las actuaciones que los ayuntamientos están llevando a cabo para mejorar sus redes de suministro dan frutos. Menorca ya encadena su tercer año consecutivo en que desciende el porcentaje de agua que se desperdicia antes de llegar a los hogares y empresas.

El año pasado se cerró con una media insular del 21,74 por ciento, un punto porcentual menos que en 2022. Hace tres ejercicios era del 26,15 por ciento. En este punto cabe recordar que el Plan Hidrológico establece el límite legal para 2025 en el 25 por ciento.

La mejoría que se está registrando en el conjunto de la Isla muestra sombras y luces si se analizan los datos municipio por municipio. De hecho, son mayoría los que han visto aumentar el porcentaje de agua que se pierde entre el abastecimiento y el consumo respecto al año 2022. Han empeorado sus resultados Alaior, Es Castell, Sant Lluís, Ferreries y Es Migjorn.

En el otro lado de la balanza, y con un mayor peso en la estadística general por concentrar los mayores volúmenes de consumo, están Ciutadella, Maó y Es Mercadal.       

Grandes diferencias

Las diferencias entre términos municipales son enormes y un año más llaman especialmente la atención los casos de Ferreries y Es Migjorn, donde los porcentajes de agua desperdiciada se elevan hasta el 52,1 por ciento y el 45,7 por ciento respectivamente.

Alrededor de la mitad del agua de abastecimiento se pierde antes de consumirse en estos dos municipios, a los que el Obsam da un tirón de orejas porque además sus datos tienen una fiabilidad menor. «Habría que hacer un esfuerzo por parte de estos ayuntamientos en la recogida de datos y controles de volumen suministrado».

Es precisamente el municipio que presenta los peores resultados, Es Migjorn Gran, el que en el último año ha visto crecer más el porcentaje de fugas. En solo un año ha pasado del 43,5 por ciento al 52,1 por ciento.

Por contra, la estadística comparada revela una situación muy distinta en municipios como Alaior (11,3 por ciento), Maó (14,1 por ciento), Sant Lluís (17,1 por ciento) y Es Castell, 19,6 por ciento), entrando todos en el grupo que se mueve en la horquilla de lo que el Obsam considera valores normales de pérdidas, entre el 15 y el 20 por ciento, dadas las tecnologías actuales y más allá de los límites que impone el Plan Hidrológico.

El apunte

El consumo de agua en los cascos urbanos, al nivel más alto en 15 años

Los datos de abastecimiento de agua potable del último año completo muestran un repunte que responde al incremento registrado en los núcleos urbanos tradicionales, los pueblos, mientras caen los valores en las urbanizaciones. Según los datos que acaba de publicar el Observatori Socioambiental de Menorca (Obsam), en 2023 se suministraron 6,82 millones metros cúbicos en los cascos urbanos, el mayor valor en los últimos 15 años tras un crecimiento interanual del 9,8 por ciento. Sin embargo, el abastecimiento de agua en las urbanizaciones ha bajado un 3,1 por ciento hasta los 5,58 millones de metros cúbicos.

El balance global es un incremento del abastecimiento de agua del 3,6 por ciento para alcanzar un volumen de agua suministrada que vuelve a los niveles previos a la pandemia. El aumento del uso de agua desalada hizo que las extracciones de los acuíferos se redujeran mínimamente, un 0,8 por ciento.