Hernández estará hoy en el acto central de la campaña de Sumar en Maó. | Raul Bogajo

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Jon Hernández (Irún, 1978), secretario general del Partido Comunista de Euskadi, es el único diputado de Sumar en el parlamento vasco. Es miembro fundador de la Fundación de Investigaciones Marxistas y ha tenido diversas responsabilidades en el sindicato CCOO. Esta tarde participa en el acto central de campaña de Sumar a partir de las 19 horas en la sede de Esquerra de Menorca en Maó.

Hace diez años Podemos sorprendió obteniendo 5 eurodiputados con Pablo Iglesias al frente. Hoy Sumar y Podemos van divididos. ¿Cómo afecta a sus expectativas electorales?
—Sin duda la división no es el mejor escenario y va a perjudicar la representación de la izquierda en el parlamento europeo, pero creo que la unidad que se está conformando en el espacio Sumar, donde participamos varios partidos y gente independiente, es una base sólida que aglutinará buena parte de esa representación. No soy amigo de los llamados al voto útil, pero creo que ante el avance de la extrema derecha hay que concentrar los mayores apoyos posibles en Sumar, en cuyas listas van candidatos con experiencia en Europa y que llevan años tejiendo alianzas fuertes con el resto de la izquierda alternativa europea.

¿Tan peligroso es que la ultraderecha crezca en representación? ¿Cree que existe un riesgo parecido al de los años 30, que desembocó en la Segunda Guerra Mundial?
—Los procesos históricos nunca se repiten exactamente igual, pero es indudable que la extrema derecha y el neofascismo no solo son una amenaza real, sino que tienen ya mucha presencia en toda Europa y en las instituciones. Es fundamental parar a esas formaciones porque, igual que hace un siglo, solo pueden traer consecuencias nefastas para la vida de la gente; quién crea que la presencia de las formaciones de extrema derecha es compatible con la democracia y con el Estado del bienestar se estará equivocando. Lo que pasó hace un siglo debe servirnos para no minusvalorar las consecuencias. Hay que pararlos ahora.

¿Europa debe avanzar en el reconocimiento de los costes de la insularidad? ¿Cómo?
—Europa debe avanzar en la mejor y más justa integración de todos sus territorios y pueblos, no solo en la integración de los estados como tal. Europa debe avanzar en el reconocimiento de los costes de insularidad entendiendo que las particularidades que se dan en Balears y otros territorios insulares suponen unos costes de vida mayores para ciudadanos que deberían ser iguales en derechos al resto. De la misma manera que la Constitución Española reconoce el factor insular como un hecho diferencial en su artículo 138, debemos avanzar en una legislación europea que permita ese reconocimiento y apueste por medidas concretas y de compensación.

Menorca es una Reserva de Biosfera y hay un debate abierto sobre cómo afecta la presión turística. ¿Hay que poner límites al turismo?
—El problema del turismo es real y está afectando de manera muy potente a Menorca. La afección es medioambiental y en la vida de la gente. El modelo turístico que existe provoca una masificación que deriva en problemas para acceder a los servicios públicos, la movilidad, la sostenibilidad o la vivienda. Baleares es por ejemplo la comunidad que ha experimentado un mayor incremento de los precios de la vivienda, y esto afecta a Menorca debido al proceso de balearización de su economía, algo que está directamente vinculado al modelo turístico que se ha impulsado y que hay que cambiar radicalmente. No puede ser que prime el negocio sobre la vida de la gente.

Sumar critica la aportación de armamento a Ucrania. ¿Hay que acabar con la guerra cediendo a Rusia los territorios ocupados?
—Nosotros decimos que se tiene que apostar por las vías diplomáticas, porque la UE y la parte socialista del Gobierno están apostando por otra cosa. Se está alimentando una guerra que no comenzó con la invasión ilegal de Ucrania por parte de Putin, existía un conflicto que ha sido alimentado e impulsado por la OTAN hace mucho tiempo y el papel que nosotros creemos que tiene que jugar Europa es el de la búsqueda de la paz, la diplomacia, no el de seguir echando gasolina al fuego y aumentar la escalada bélica en las mismas claves que operaron durante la guerra fría.