La presidenta del Consejo de la Juventud de España, Andrea González, alertó ayer de la relación directa entre la estabilidad económica de los jóvenes, la emancipación y su salud mental, con especial hincapié en la problemática del acceso a la vivienda.
Fue en la presentación en Palma del «Anuario de la Juventud de Balears 2023», iniciativa del Institut Balear de la Juventut, la Conselleria de Familia y Asuntos Sociales, los consells insulares, la Fundación Guillem Cifre de Colonya de la Caixa d'Estalvis de Pollença y la Universitat de les Illes Balears.
El anuario hace una radiografía de la juventud balear que indica, por ejemplo, que en 2022 había una tasa de emancipación del 18,6 por ciento, casi 13 puntos inferior al 31,5 por ciento de 10 años atrás.
«No hay salud mental sin estabilidad económica y sin poder acceder a una vivienda. Un joven, que está seis meses buscando un piso que se adapte a su situación económica o tiene que vivir con sus padres, no puede tener una buena salud mental. A veces la casa familiar no es un espacio seguro», señaló González.
El estudio «Jóvenes baleares en cifras», dirigido por Assumpta Mas, ofrece datos sobre la situación actual de la juventud del archipiélago. Así, 8 de cada 10 jóvenes de Balears siguen viviendo con sus padres a pesar de las subidas del salario medio.
El trabajo alerta del constante descenso de la población joven (entre 15 y 29 años), que representa el 16,5 por ciento de la población de Balears. En Menorca, por municipios, el 16,81 por ciento de la población de Maó es joven, por el 17,2 por ciento de Ciutadella o el 16,8 por ciento de Ferreries, la localidad con menor porcentaje de jóvenes.
Frustración
González advirtió que su generación —tiene 23 años— es la primera que vive en una «frustración constante» de no saber qué pasará en el momento en que se compara con sus padres, a su edad. «Podemos poner un psicólogo clínico en cada esquina, pero sin un salario digno y una casa no hay salud mental», insistió.
Como ejemplo, la edad en que se tiene el primer hijo va en aumento. Actualmente, en Menorca esto ocurre a los 31 años, cuando en 2002 era a los 28 años.
La edición de 2023 del anuario incluye 17 artículos sobre aspectos del contexto sociodemográfico y normativo de la juventud de las Islas y las iniciativas de las administraciones y de la sociedad civil en cuanto a la participación juvenil, la problemática de las adicciones, el impacto de la pornografía en la adolescencia, el ocio, la ocupación, el deporte, el arte y las actitudes lingüísticas de la juventud.
González instó a las administraciones a contar con la voz de los jóvenes a la hora de desarrollar políticas públicas de juventud, a la vez que defendió a los jóvenes de las críticas hacia la juventud, que són «tan antiguas como la propia historia».
La doctora Belén Pascual, codirectora de la publicación y miembro del Grupo de Investigación y Formación Educativa y Social de la UIB, hizo hincapié en que el asunto de la participación es el eje fundamental del trabajo, que contiene, igualmente, evidencias científicas para definir la realidad de los jóvenes y argumentos sólidos para proponer la reflexión.
Las claves
El Molí de Baix y la prevención de las drogas
El anuario recoge el proyecto socioeducativo que rodea al Molí de Baix, del Servei de Joventut del Ayuntamiento de Sant Lluís, además del programa «Com ho vius tu? És important xerrar de drogues?», desarrollado en 2023. Incluyó debates, actividades de creación artística, un escape room y una exposición, en las que participaron 158 jóvenes, para fomentar la concienciación sobre la prevención de la drogadicción y la promoción de la salud.
Del consumo de pornografía a los usos lingüísticos
El documento presentado ayer incluye trabajos muy variados. Uno de ellos es un estudio sobre el acceso e impacto de la pornografía sobre los adolescentes y pone de relieve que, en Balears, los jóvenes inician su consumo antes de los 13 años. De hecho, el 93,3 por ciento de los jóvenes de 13 a 18 años han visto pornografía antes de los 14 años e, incluso, un 17,5 por ciento lo hizo con 8 o 9 años. Otra cuestión analizada es sobre la lengua en los jóvenes de 15 a 29 años. En esas edades, el catalán está «en fase de regresión», a pesar de ser el segmento de población que tiene mayor índice de conocimiento. Los investigadores señalan que, cada vez más, los catalanoparlantes cambian al castellano como lengua vehicular, que es más «dominante socialmente».
2 comentarios
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Recuerden, lo importante es el PIB.
Los jóvenes tendrán que aprender lo que es trabajar… no tanto móvil….