Un ejemplar de sargantana balear, encima de una rapa mosquera en pleno proceso de captura de una mosca. | ANA PÉREZ-CEMBRANOS

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La sede del GOB acoge este viernes 24 a las 19.30 horas la presentación del libro «La lagartija balear y la rapa mosquera. Historia natural de una interacción», obra de los investigadores del área de zoología de la Universidad de Salamanca, Ana Pérez Cembranos y Valentín Pérez Mellado.

«No existe una relación así entre una lagartija y una planta en ninguna otra parte del mundo. La lagartija emplea una serie de estrategias muy variadas, siendo algunas de ellas la primera vez que se describen en el mundo en un reptil. Por ejemplo, hemos visto que son capaces de localizar a las moscas por su sonido», explica Ana Pérez, resaltando la importancia del estudio.

Este proceso biológico que menciona se empieza a desarrollar por los meses de abril y mayo, cuando la rapa mosquera está en flor y las moscas entran en su base quedándose atrapadas. Es entonces cuando dichos insectos emiten un sonido que la sargantana es capaz de percibir. «Esto se sabía en algunos reptiles nocturnos, pero no en reptiles diurnos como es la lagartija balear», aclara la investigadora.

A finales de mayo y durante el mes de junio, la planta fructifica, por lo que la lagartija balear se alimenta de esos frutos. A diferencia de lo que ocurre en otros islotes de las Balears, donde los insectos y otras plantas son su principal alimento, en la Illa de l’Aire consume «con mucha intensidad» estos frutos, que abundan de forma «considerable». Por lo tanto, demuestra una gran capacidad de aprovechamiento y adaptación al entorno.

Todo ello se explica porque al pasar las semillas por el tracto digestivo de las lagartijas, estas germinan mejor que si no hubieran sido consumidas. El constante movimiento del animal por la isla ha acabado dispersando la planta por todo el territorio.

Desde los años 90

Valentín Pérez, también miembro del IME, supo de las lagartijas de la Illa de l’Aire en 1981, cuando empezó a estudiar la densidad de población de la especie. Pero no fue hasta los años 90 que se percató de la interacción con la rapa mosquera, muy escasa en esos momentos. Así pues sumó al estudio el seguimiento de la densidad de las plantas, realizando transectos lineales.

En 2007, Ana se unió al que había sido su profesor para realizar una tesis sobre el mismo objeto de estudio. Ya en 2020, le fue concedido otro proyecto financiado por el programa Menorca Reserva de Biosfera para terminar de ver la relación de las sargantanas con las temperaturas.

El apunte

La interacción con las hormigas o los pulgones, otros aspectos a investigar

Aunque la presentación del libro se centra en los resultados más recientes del estudio, la investigación aún no ha concluido. Ni mucho menos. «Ahora nos queremos centrar en ver cuál es la conducta de las lagartijas con otros posibles competidores», afirma Valentín Pérez refiriéndose a las hormigas. Una interacción «intensísima» a la vez que poco estudiada. Y es que dichos insectos son los dispersores evolutivos de la rapa mosquera. «Las hormigas son presa de las lagartijas. Sin embargo, cuando acceden a la planta no las capturan, sino que simplemente compiten con ella para llevarse los frutos», describe el investigador. Por otro lado, hace alusión a los pulgones de la planta, los cuales también son aprovechados por la lagartija.