Los menores de 14 años denunciados por sus padres superaron la decena en 2021.

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Los casos de violencia filio-parental, que comprende el maltrato de hijos a padres, han aumentado significativamente en los últimos años en Menorca, especialmente, aquellos en los que los agresores son menores de edad. Así se desprende del estudio que ha elaborado la educadora social ciutadellenca Blanca Espín y que forma parte del Anuario de la juventud balear 2022. «La creación de un protocolo de activación en materia de violencia filio-parental en Menorca es un hecho necesario a raíz del aumento de casos», concluye Espín.

El año posterior a la aparición de la covid-19, insiste esta educadora social, «hay un aumento de casos en edades tempranas» en la Isla. El incremento del malestar psicológico durante el confinamiento derivado de la pandemia, la transformación de los procesos de aprendizaje y de socialización, así como el hiperconsumo de las tecnologías, son, según Blanca Espín, algunos de los detonantes del aumento de conductas explosivas y de la violencia de hijos a padres que implican «una mejora de la actuación en materia de prevención y concienciación social».

De acuerdo con los datos que incluye en su estudio, los menores de 14 años denunciados por violencia filio-parental en Menorca superaron la decena en 2021, mientras que en años anteriores, como el del confinamiento, apenas se contabilizaron. «Se fortaleció el secretismo familiar y creció la percepción y el sentimiento de incapacidad parental para hacer frente autónomamente a los conflictos familiares, lo que generó que se instauraran las relaciones disfuncionales y se cronificara y afianzara la violencia filio-parental», explica Espín, que subraya que «los datos no son la realidad, solo son cifras oficiales».

Detectar el problema

Esta situación, afirma esta educadora social ciutadellenca que trabaja para el Consell insular, «ha pasado desapercibida porque las agresiones se producen en el entorno privado». El maltrato de hijos a padres empieza con ataques sutiles y más indirectos, aclara Espín, y avanza hacia una violencia física. Es decir, se incrementa la intensidad y la frecuencia, pero la dificultad para concebir el inicio de las agresiones de carácter más indirecto hace que se «normalicen y perciban como típicas de la adolescencia y no como abusivas», determina la autora del estudio.

Por todo esto, reitera Blanca Espín, «se reafirma la necesidad de atención e intervención socioeducativa en la familia ante los primeros indicadores de violencia-filioparental en el colectivo de preadolescentes con la finalidad de ofrecer un tratamiento preventivo y efectivo». Añade, en este sentido, la obligación «creciente y explícita» de aplicar un protocolo de detección precoz de esta problemática en la Isla.

En Menorca, asegura Espín, «hay una gran escasez de atención a la violencia filio-parental, concretada en la ausencia de un protocolo que trabaje desde una perspectiva de detección precoz de manera comunitaria e interinstitucional con todos los agentes sociales implicados», el principal elemento que, según ella, «permitiría el reconocimiento real de los casos que presenten indicios del inicio de la violencia de hijos a padres».

El apunte

«La adicción a las TIC impulsa la violencia filio-parental»

La eclosión constante de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) ha instaurado un nuevo canal de transmisión de mensajes que, a su vez, se ha convertido en un mecanismo socializador. «Es evidente que los menores se ven expuestos directa o indirectamente a mensajes violentos explícitos o implícitos que acaban siendo interiorizados como modelos a seguir», advierte la educadora social ciutadellenca Blanca Espín.

A esto se suma que los jóvenes tienen acceso a las TIC «a edades cada vez más tempranas y con menos control y supervisión de los riesgos que se derivan», avisa Espín, que agrega que «progresivamente, la vinculación comunicativa y afectiva de la familia se ha visto relegada a un segundo plano y ha dado paso a un aumento de las demandas en el uso de las TIC». Todo esto, explica, ha provocado una disminución de los espacios familiares y ha reforzado una disciplina que califica de «inconsciente», basada en las recompensas y en la falta de control.

Este complejo entramado de factores, alerta Blanca Espín, da paso a una sociedad «agresiva, impaciente, manipuladora e irresponsable» en la que los nuevos valores son contradictorios con el bienestar y la sostenibilidad social. «La adicción a las TIC es, pues, una nueva variable de atención en la aparición de la violencia filio-parental», determina Espín.