Las gambas son, junto con la langosta, el producto estrella de la temporada. Tras varios años críticos, vuelven a abundar en las aguas menorquinas. | Gemma Andreu

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Decenas de personas se acercan, cada tarde, a Sa Llotja, la pescadería del puerto de Maó que se encuentra a escasos metros del muelle donde atracan las barcas de arrastre. Bajan hasta este punto porque saben que, alrededor de las 17 horas, los pescadores llegan a tierra y descargan todo lo que han capturado para venderlo.

«Antes de colocar el producto y abrir el local, ya hay gente que espera para comprar marisco y pescado fresco», explica Pito Quintana, patrón mayor de la Cofradía de Maó y uno de los socios fundadores del punto de venta Sa Llotja. «Normalmente, son clientes que tienen segundas residencias en la Isla y que valoran mucho el producto de aquí», aclara.

Lo mismo ocurre en el puerto de Ciutadella. «Cuando llegan las barcas, ya hay gente que espera para comprar y ya hay un poco de venta del producto. Suele ser gente de fuera que busca, sobre todo, langosta, gamba y pescado fresco recién sacado del mar», asegura Xavier Marquès, patrón mayor de la Cofradía de Ciutadella.

Las trabajadoras de Sa Llotja recalcan que «quienes más vienen son visitantes, porque los residentes son más conscientes de la subida de precio que hay en verano». A por lo que principalmente van, dicen, es a por gambas. «Vengo, específicamente, a por gamba roja», explica un cliente procedente de Madrid, el primero en ser atendido en el turno de la tarde. «Son una delicia, un espectáculo, no se pueden comparar con las que se venden en los mercados de la capital», añade.

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Después de mirar todo lo que está en venta, este cliente se lleva un poco de todo: gamba roja y blanca, lenguado, pulpo, almejas… y el tique asciende a 209,58 euros. «Aunque el precio esté algo elevado, prefiero priorizar la calidad y proximidad del producto», asegura otro comprador, en este caso, menorquín, que también viene en busca de gambas.

Tras varios años críticos en cuanto a capturas de estos crustáceos, esta práctica «va algo mejor», explica Marquès. «¡Mira, hoy sí que hay!», exclama una mujer que centra su mirada en las gambas expuestas para vender. Ellas son, sin duda alguna, el producto estrella junto con la langosta. «Son las especies más valoradas, aunque también tienen éxito la cigala, el mero, pargo, dentón y pescado cortado», especifica Quintana.

Los clientes que se acercan a los puertos de Maó y Ciutadella a comprar aseguran que «el producto es bueno y de calidad» y lo prefieren antes que el que se vende congelado en los supermercados. «Bajamos hasta aquí porque sabemos que compramos marisco y pescado fresco, recién sacado del mar y sin alteraciones químicas», explica una pareja procedente de Suiza que veranea en Menorca cada año y que se lleva bolsas cargadas de gambas, salmonete rojo y pulpo.

Tal es el éxito del producto fresco del mar que llega a agotar existencias en los diferentes puntos de venta. «Venimos hasta aquí porque sino mañana no habrá nada en el mercado», afirma una pareja de menorquines.