Desde Creu Roja de Maó, su presidente Arturo Bagur afirma que las peticiones han caído a más de la mitad, pero que los datos continúan sin ser buenos: «Aunque 700 personas resulte una cifra extraordinaria, el hecho de que 300 todavía necesiten actualmente ayuda para comer continúa siendo una situación anómala». Bagur confiesa que con las cifras de hace un año la entidad «no habría podido resistir durante mucho tiempo».
Desde Creu Roja atribuyen la mejora del panorama a que el año pasado la temporada turística registró malos resultados y hubo menos oferta de trabajo, a diferencia de este año en el que la situación ha empezado a serenarse y hay más empleo.
La entidad, que entre la oficina de Maó y la de Es Castell aúna a 1.400 socios, ha reunido estas Navidades lotes para las 300 personas a las que presta ayuda. «La sociedad menorquina es muy solidaria y generosa y gracias a la aportaciones que se hacen en supermercados y a las partidas de la administración, hemos podido elaborar lotes más copiosos para las navidades», explica Bagur.
Las cestas de comida que Creu Roja reparte estos días también cuentan con turrones y polvorones, pero la entidad quiere contribuir a que los beneficiarios tengan una dieta variada y equilibrada, algo que consiguen gracias a donaciones de supermercados, producto fresco con fecha de caducidad próxima.
Otra de las iniciativas que lidera en esta época del año es la recogida de juguetes, que consiste en buscar a voluntarios que quieran apadrinar a niños y que de forma anónima cumplan su deseo de obtener un juguete el día de Reyes. De momento, han conseguido cubrir 80 de las cartas de peticiones que hicieron los pequeños, pero todavía quedan algunos encargos, por lo que desde la entidad recuerdan que los interesados están a tiempo de participar hasta el 31 de diciembre. «Se trata de una acción que para nosotros es más laboriosa pero resulta muy gratificante. Todas las criaturas tienen derecho a recibir un regalo de los Reyes Magos», explica Bagur.
A pesar que de Creu Roja admite que el banco de alimentos funciona bien durante todo el año, después de hacer una prueba piloto en los últimos meses, creen que el futuro está en las tarjetas prepago para que sean los propios interesados los que acudan a comprar comida a los supermercados. Según su presidente: «Es una fórmula para contribuir a la igualdad de estas personas, que resulta más dignificante que hacer cola para pedir comida».
Por su parte, desde Caritas Menorca este año han ayudado a 250 familias —según datos de finales de noviembre—. Tal y como explica Raquel Hernández, portavoz de la entidad: «Resulta complicado comparar con 2020, ya que era el primer año de la pandemia».
Gracias a campañas realizadas en centros educativos, supermercados y en comunidades cristianas, Caritas acopia alimentos y productos de limpieza e higiene personal.
Sobre los perfiles de los solicitantes de alimentos, Hernández señala que son personas que no tiene trabajo o están en situación irregular.
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