Los usuarios han estado, por lo general, más de un año hasta poder regresar a los centros | Josep Bagur Gomila

TW
1

El pasado día 17 los centros de salud de las Islas recuperaron gran parte de la normalidad en la atención tradicional a los usuarios que se había visto alterada desde hacía más de un año por el coronavirus para evitar el contacto y la aglomeración de personas en las salas de espera. Desde entonces la Conselleria de Salud estableció que la visita al médico ya puede solicitarse directamente para que sea presencial sin que resulte obligado pasar antes por una criba telefónica.

El nuevo contexto de readaptación en Menorca con ambas opciones, arroja un porcentaje estimado de un 65 por ciento de usuarios que opta por el contacto físico con su doctor mientras que el 35 lo hace a través del teléfono. La variación ha sido de 20 puntos en favor de la cita presencial considerando que hasta la reapertura de las agendas a la población ya estaba en torno al 45 por ciento.

El incremento está siendo progresivo pero las visitas físicas nunca dejaron de realizarse, ni en los momentos más duros de la pandemia. «Aquí mantuvimos el servicio de urgencias y siempre dejábamos unos ocho huecos al día para las presenciales», explica Francisco Sánchez, coordinador del centro del Canal Salat, en Ciutadella.

El cribado telefónico que se impuso en marzo de 2020 cogió al sistema falto de rodaje. Especialistas de Atención Primaria se vieron saturados por tener que pasar consulta sin tener las bases de datos actualizadas, ni dispositivos adecuados lo que repercutía en la atención al usuario.

Aunque cada unidad básica tiene una casuística distinta, en general con el paso del tiempo la adaptación ha mejorado, «aquí no ha habido saturación y la gente no está descontenta; la covid ha hecho que personas con otras patologías no vengan al centro y la demanda no ha sido tan alta», explica Mateu Seguí, médico de familia de la Unidad Sanitaria de Es Castell.

Noticias relacionadas

La consecuencia negativa fue que, en ocasiones, el médico atendía al paciente primero por teléfono y luego, de nuevo, presencialmente si lo estimaba necesario, una duplicidad que restaba tiempo y generaba más volumen de trabajo. Otras veces «teníamos que llamarle tres veces porque no contestaba», explica una doctora.

Otro efecto no deseado, revela el doctor Seguí, es que «el usuario tenga que acabar viniendo al centro a recoger un volante o cualquier otro documento para una prueba por errores de planificación». Añade el médico de familia que «ahí hemos perdido una ocasion para aprovechar mejor esta alternativa».

Las agendas se sobrecargaban, «ha habido días que entre las telefónicas y las presenciales he llegado a tener 68 consultas», recuerda Francisco Sánchez. Ahora lo único que cambia, añade el coordinador del Canal Salat, «es que el paciente puede elegir directamente si le atiende el médico por teléfono o cara a cara».

Con la doble opción, «las agendas están menos sobrecargadas». Las cribas telefónicas han funcionado para solucionar problemas menores y mucho trámite, y lo siguen haciendo pese a que ha habido trabas logísticas y de gestión por más que Salud enviara móviles a los médicos. «Por comodidad y rapidez muchos profesionales hemos acabado usando el nuestro», apunta el galeno, también para evitar que se colapsaran las líneas.

El regreso al centro de salud ha sido una novedad esperada para muchos usuarios, especialmente los de edades más avanzadas. «Vienen personas que llevaban un año sin verte y quieren hablar y contar lo que les ha pasado en este tiempo». Por eso resulta casi imposible que una visita presencial dure 10 minutos y la telefónica 5, como se tiene establecido», señala otra doctora de Atención Primaria.

La opinión general, no obstante, es que la criba telefónica es una buena herramienta, pero «la gente tiene que venir al centro de salud cuando quiera, es lo mejor, aunque por teléfono puedan solucionarse otras cuestiones», opina Mateu Seguí.