El viernes 12 de marzo fue el último día operativo para esta sucursal | Josep Bagur

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El Banco Santander cerró el viernes 12 de marzo la sucursal de Es Castell, la última que cae en una tendencia que en la última década se ha llevado por delante la tercera parte de la red de oficinas bancarias de Menorca. La vorágine ha sido especialmente virulenta en los últimos años, hoy sobreviven apenas 60 sucursales cuando en 2009 se contaban 109.

Las razones son las mismas. Las fusiones de entidades han servido algunas veces, aunque la principal es la implantación de la banca digital. El confinamiento y las restricciones derivadas de la pandemia ha acelerado un proceso que parece imparable.

El Santander cuenta en España con 5,4 millones de clientes digitales, que se conectan más de 22 veces al mes a la app y web del banco, «lo que supone que el 69 por ciento de nuestros clientes activos son clientes digitales», explican desde la entidad.

En el caso de la oficina de Es Castell, el banco habla de un reajuste y del traslado a la oficina de la calle Deià de Maó. Remite asimismo a los clientes de esta población, que se han quedado sin la oficina, a la opción de Correos.

Santander firmó un acuerdo con Correos, que ya está en práctica, que ofrece el servicio de retirada e ingreso de efectivo a través de las oficinas postales y de ese modo «llevar dinero a cualquier domicilio de España mediante los carteros. Pensado inicialmente para zonas rurales y poblaciones con pocos habitantes, puede utilizarse también en las ciudades.

Esta opción se integra en la app del banco para aquellos clientes que ya la utilicen; el resto solo necesita una tarjeta bancaria del Santander y el DNI para poder realizar este tipo de operaciones desde cualquier oficina de Correos. La operación es gratuita para los clientes del banco en aquellas oficinas de Correos ubicadas en municipios donde la entidad no tiene presencia física (dos operaciones por mes), que es ahora el caso de Es Castell.

Sant Lluís

Otra opción utilizada por el Santander es la de Sant Lluís, donde la sucursal como tal desapareció hace un año pero ha mantenido la infraestructura bancaria en la oficina. Aquí los servicios, que son los mismos que se ofrecían antes, se han dejado en manos de un agente financiero, que es una figura regulada por el Banco de España. No es empleado del banco, sino un autónomo que gestiona la cartera de clientes del Santander en este municipio.

El número y ubicación de las oficinas están determinadas en último extremo por «la demanda y hábitos de nuestros clientes», argumenta el Santander. En Menorca mantiene seis tras el último reajuste. El traslado o la prejubilación es la salida que se ofrece a los empleados.