La tragedia social y ecológica que sacude Australia desde que en septiembre de 2019 se desataran los violentos incendios que están arrasando parte del país, especialmente los estados de Victoria y Nueva Gales del Sur, tienen allí a una menorquina como testigo. Alba Montañés García, como tantos otros jóvenes de todo el mundo, eligió tierras australianas para mejorar su nivel de inglés. Llegó en octubre de 2018 y un año después está viviendo en primera persona una catástrofe medioambiental sin precedentes en las últimas décadas. Aun así matiza que en las zonas urbanas, como la ciudad de Melbourne donde ella reside, la vida transcurre con normalidad, y eso a pesar de que el humo de los incendios cubre el cielo en ocasiones. Asegura por videoconferencia que no hay amenaza directa del fuego, ni cortes de agua, escasez de comida o combustible, como ha podido leer en las redes sociales. Advierte de que la información veraz se está mezclando con las fake news y hace saber a sus allegados que se encuentra bien, pese a la impotencia de ver cómo la lucha contra los incendios es muy dura y parece infructuosa.
¿Cómo está viviendo esta emergencia nacional?
—El estado de Victoria, en el que resido, es uno de los más afectados por el fuego, junto con el de Nueva Gales del Sur. La situación es terrible en las zonas directamente evacuadas por los incendios, pero en Melbourne no hemos tenido cortes de luz, ni el agua está contaminada, como han dicho algunos medios en España, dentro de la gravedad, hacemos vida normal. Es cierto que el aire algunos días se ha vuelto peligroso, especialmente para personas mayores, niños y gente con asma; el lunes pasado (festividad de Reyes en España) incluso a mí me costaba respirar, fue horrible, el olor a quemado te inundaba, era impactante y no podías ver más allá de unos 500 metros.
¿Qué opina sobre cómo se está gestionando esta crisis?
—Personalmente creo que se ha tardado mucho en poner todos los medios necesarios. Hasta el pasado 6 de enero no se desplegó el ejército para combatir los incendios. También han llegado bomberos de apoyo de Nueva Zelanda, Canadá y Estados Unidos, pero lo tienen complicado, no conocen el clima y la vegetación de aquí. También hay que destacar el trabajo que están realizando los bomberos australianos, ya que una buena parte son voluntarios.
¿Cómo está respondiendo la población?
—La colaboración es increíble, hay mucho crowdfunding, donaciones de dinero, de alimentos..., mi empresa por ejemplo (Alba trabaja en la operadora de telecomunicaciones Telstra) ayuda dejando de facturar el móvil a los bomberos y a todos los que trabajan en las tareas de extinción.
Es increíble que un país como Australia no pueda controlar la situación.
—Yo creo que el Gobierno no invierte todo lo que debería en la emergencia climática, que se está viendo que es real. Ha habido muchas y muy duras críticas al primer ministro, Scott Morrison, que estaba de vacaciones en Hawai en el momento más grave de los incendios. Morrison es conservador y niega que el cambio climático sea real, algo que no se corresponde con lo que está pasando. (El cuestionado primer ministro Scott Morrison, del Partido Liberal, no cumple los objetivos del Acuerdo de París y no está dispuesto a cambiar su política medioambiental pese a los millones de hectáreas calcinadas, las pérdidas en vidas y propiedades y la desaparición masiva de animales).
Pero los incendios en primavera y verano suelen producirse, ¿no es así?
— Sí, pero nunca habían sido tan graves y además se han adelantado. Los que tenemos más cerca empezaron en Queensland y se han propagado por toda la costa este. La zona que está muy mal está cerca de Canberra, Sidney y Melbourne, por eso algunos días tenemos humo sofocando las ciudades. Los eucaliptus, los árboles donde viven los koalas, son muy altos. Con otros fuegos menos graves los koalas se protegían huyendo hacia la copa del árbol, pero ahora se ven atrapados, no es habitual que las llamas sean tan altas. Son animales que apenas se mueven, son vulnerables, los canguros por ejemplo saltan y corren, tienen más fácil huir del fuego, y también se reproducen más. Los koalas ahora mismo corren el riesgo de estar en peligro de extinción.
Dígame, la noticia sobre el sacrificio de camellos y caballos salvajes sedientos, que buscan agua, ¿es también desinformación?
—No, esa es una noticia real. Es una medida que han anunciado las autoridades ante la situación de sequía y que será llevada a cabo proximamente.
Volvamos a su aventura personal. ¿Qué le llevó a Australia?
—Quería un cambio y un país en el que hablaran inglés, para mejorar en ese idioma. Pensé en Estados Unidos pero luego buscando por internet di con la agencia AussieYouToo, que gestiona visados para estudiantes en distintos países. Como ya estoy acostumbrada al ‘sol y playa' elegí Melbourne porque es lo contrario, una ciudad en la que la playa no es lo que destaca y con un tiempo que es una locura. Inestable, impredecible, un día te levantas con 30 grados, al mediodía llega a 40 y por la tarde-noche son 18.
¿Sigue con su visado de estudiante y puede trabajar?
—Sí, 20 horas a la semana es lo permitido mientras estudias, y si estás de vacaciones puedes trabajar a tiempo completo. Eso me permitió hacer el periodo de formación con mi empresa actual, Telstra, que es la compañía de telefonía aquí. También trabajo –aunque eso es solo un extra–, con la misma agencia con la que yo gestioné mi llegada.
¿Cómo está siendo su experiencia laboral?
—Estoy muy contenta. Trabajo en la tienda más grande de Australia de Telstra y justo ahora me han dado la noticia de que, según las encuestas a nuestros clientes, estoy en el top ten de atención al cliente en el estado de Victoria. Me alegra por el reconocimiento, la verdad es que las condiciones laborales son muy buenas.
¿En el aspecto económico?
—El feedback positivo de los clientes supone más dinero sí, pero no es solo eso. Es que te pagan cualquier rato extra que haces, nada de compensarte entrando más tarde al día siguiente, o si vives lejos y tienes que usar transporte te lo pagan, te dan flexibilidad..., son pequeños detalles y piensas «¡por fin una empresa que me cuida!».
¿Podría quedarse a vivir allí?
—Tengo permiso solo hasta mayo y creo que regresaré a casa. Al mismo tiempo que se vive muy bien aquí en Australia, echo mucho de menos la Isla y mi gente, tengo un poco de morriña. A no ser de que pase algo muy importante, creo que volveré cuando acabe mi visado, e intentaré hacerme un hueco en gestión de recursos humanos, que es lo que estoy estudiando ahora.
¿Cómo es su vida cotidiana?
—Vivo con otras ocho chicas, en una casa de tres plantas. Comparto una habitación bastante grande –tenemos hasta el árbol de Navidad dentro, bromea–, y pago 700 dólares al mes (unos 400 euros). Pero prefiero vivir en el centro e ir caminando al trabajo, no me quería gastar todo mi sueldo en casa y transporte. Estoy en un barrio muy animado, Carlton, con muchos restaurantes italianos, parques, museos..., es la zona más europea y es bastante agradable; aquí está también el Consulado de España, lo tengo todo cerca.
¿Se sintió bien recibida?
—Melbourne es una ciudad donde conviven muchas culturas. Aquí viven también muchos estudiantes, la mayoría asiáticos pero también muchos españoles. Mi casa es prueba de ello, convivo con gente de Japón, India, China, Reino Unido y Turquía. Por mi trabajo, también trato con australianos, y por lo general son gente abierta de mente, acostumbrados a tratar con personas de otros países, y que si lo necesitas te van a ayudar.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Menorca - Es diari
De momento no hay comentarios.