Rebecca Teale, sobre la arena del desierto.

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La ficha

Lugar y año de nacimiento
— Ciutadella, 30 de agosto de 1987.

Formación académica
— Bailarina profesional, también estudió Diseño de Moda en el centro universitario BAU de Barcelona, especializándose en la creación de lencería y ropa de baño.

Ocupación actual
— Bailarina con el elenco de danza de España en el pabellón de Europa en el parque Global Village de Dubái.

Reside en...
— La capital emiratí desde finales del pasado octubre.

Rebecca Teale se inició en el baile siendo una niña de corta edad, primero de puntillas, con el ballet clásico, luego con el jazz y más tarde se introdujo en el flamenco. La bailaora Paqui Ferres fue su profesora en Maó y a punto de cumplir los 14 años, ya se integró en un grupo de baile para realizar espectáculos en los hoteles. Desde entonces no ha parado. Estudió diseño y patronaje de moda especializada en trajes de baño y lencería –su trabajo de fin de Grado fue una colección inspirada en Gaudí–, pero su vida es el baile, una profesión que ahora le ha abierto las puertas de una de las megaurbes más exóticas del planeta, Dubái.

La joven de Ciutadella es bailarina con el elenco de danza española en el pabellón de Europa, en el famoso parque Global Village de la capital emiratí, donde están representados continentes y países del mundo con pabellones que cada año se construyen y renuevan, recreando arquitectura y monumentos. Su experiencia está siendo muy enriquecedora, afirma, tanto que antes de abandonar el país árabe ya está pensando en regresar el próximo invierno.

¿Cuál ha sido su trayectoria como intérprete de flamenco?
—Bailé cuatro años con Paqui Ferres, luego estuve con el elenco de Antonio José, que en su día fue primer bailarín de Rocío Jurado –y que también llegó a Menorca a despejarse del ajetreo y montó un grupo–, y así me iba moviendo en espectáculos. Ahora llevo 13 años trabajando todos los veranos para la empresa mallorquina de espectáculos musicales Romantic, de Tolo Pomar. Lo que pasa es que con 26 años dejé un poco aparcado el flamenco y me metí más en espectáculos de baile latino, brasileño, teatral...

Hasta que surgió la oportunidad del ‘Global Village'.
—Sí, llegué aquí a finales de octubre del año pasado. Antes había hecho espectáculos en Balears, Londres, Barcelona y Madrid. El último contrato que tuve fue coreografiando los cruceros de Thomson TUI en Londres, en Pascua, era encargada de montar y enseñar a los bailarines, hay momentos en que no soy yo quien actúa. Enlacé ese trabajo con el de Romantic en Menorca y quedaban dos semanas para acabar cuando un compañero vio la oferta de Dubái en Facebook; como coincidía con el final del trabajo de la temporada turística, él me animó y envié mi curriculum y el videobook.

¿Pensó que la iban a seleccionar?
—Pues la verdad es que dudé en presentarme, porque era muy lejos y quería pasar la Navidad en casa, y cuando ya había enviado el curriculum pensé que habría mucha gente y que tardarían en hacer la selección, pero no fue así, en seguida me contactaron para hacerme una entrevista y me cogieron.

¿Le costó tomar la decisión de ir a Dubái?
—Al principio sí, no sabía qué hacer, mi madre también dudaba..., tenemos una expectativa desde fuera de los países musulmanes muy distinta a cuando estás en ellos, como sucede con otras culturas. Era una buenísima oportunidad pero no conocíamos el sitio. Al final los compañeros me decían «no seas tonta, ¿qué tienes qué pensar?», solo era cuestión de probar, así que me animé.

¿Se fue a Emiratos con un contrato de trabajo?
—Sí, el contrato es de seis meses. El ‘Global Village' en el que trabajo solo puede abrir en época de invierno porque aquí en verano el calor es insoportable. En invierno hemos tenido 25 grados durante el día y por la noche baja a unos 18, pero ahora ya está subiendo y en julio y agosto la media puede superar los 50 grados o más aún; la gente no puede ir por la calle durante el día, porque aquí entre construcción y construcción el resto todo es desierto y el sol pega. Los parques que son al aire libre como en el que yo trabajo, han de cerrar en verano. El aire acondicionado en mi edificio y los centros comerciales está como si fuera el polo norte.

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¿Actúa en diferentes zonas del parque?
—No, cada pabellón tiene su elenco de baile, yo y mi equipo estamos en el pabellón de Europa, y este año el elenco que tiene de danza es de España y han optado por hacer flamenco. A veces el jefe también nos pide hacer algo diferente, por ejemplo ritmo latino o salsa, en el escenario principal, pero en el pabellón de Europa solo hacemos los sets de flamenco, es lo que quiere ver la gente que viene.

¿Cuántos bailarines son?
—Seis, pero solemos salir juntos cuatro. Las dos chicas son de Madrid y montaron la mayoría de sets, porque yo me incorporé más tarde, solo dos semanas antes de empezar el trabajo en Dubái. Trabajamos seis días a la semana, con un horario parecido al de cualquier parque del mundo, como puede ser Port Aventura, de 8 horas, pero solo hacemos cinco o como máximo seis sets de 12 minutos cada uno en esa franja de horas, así que realmente bailamos poco pero hay esperas y mucho trabajo en ensayos, cambios de escenarios..., hay días que no tienes tiempo de nada aunque haya mucha franja entre uno y otro espectáculo.

¿Cómo está siendo la experiencia, el día a día en Dubái?
—Ahora mismo [son las 15.30 horas en España, 18.30 en Emiratos Árabes cuando se realiza esta entrevista por videochat] hay mucho silencio en el parque, han hecho un parón por el rezo. Los musulmanes aquí rezan cinco veces al día, y como el ‘Global Village' abre sobre las cuatro de la tarde, solo coincidimos con tres rezos, los otros dos se han hecho por la mañana. Da igual si estás en el parque o en el centro comercial, suena el rezo estés donde estés. Si caminas por la marina, que es un puerto artificial, el rezo suena por los altavoces y en restaurantes y tiendas quitan el volumen de la música del local por respeto. Cuando llegué y empecé a oír algo cantado en árabe por la megafonía del parque, y la música y la animación paradas, y gente que se va a la mezquita (tenemos una dentro del parque) a rezar, hombres y mujeres separados, o gente que reza sobre el césped con una esterilla, pues la verdad impresiona.

¿Le gusta vivir allí?
—Estamos todos, mis compañeros y yo, disfrutando mucho, y cada vez que vemos el Burj Khalifa, el edificio más alto, pensamos que ya nos queda poco..., nos da pena dejar Dubái. Queremos volver porque queremos ver a la familia y los amigos, a mi perrito, pero hemos conocido a mucha gente buena aquí, increíble. Nos hemos dado cuenta de la educación árabe, hay de todo pero por norma general, y específicamente los hombres musulmanes, son muy educados.

¿Tienen que seguir sus costumbres y cubrirse? ¿O Dubái no es tan estricto?
—Nos lo pintaron muy tabú, que no podríamos ir en tirantes, etc, pero si vas a una discoteca de noche he visto más escotes que en España, es una vida totalmente distinta. Durante el día en Dubái nosotras no tenemos problema si enseñas por ejemplo un poco la espalda, porque es una ciudad construida para el turismo. A la hora de trabajar sin embargo con un top no nos dejarían entrar, pero sí en vestido y en pantalón corto pero no muy, muy corto. Las chicas del grupo hemos ido con cuidado, primero viendo cómo funciona, sin faltar el respeto a nadie, pero tampoco es extremo; hay sitios de europeos para ponerte el típico conjunto de la playa. Las mujeres de aquí sí usan la abaya.

Entonces ¿está a punto de finalizar el trabajo y volver?
—Yo ya he firmado en Menorca con mi empresa y un chico del equipo que es valenciano se viene también a bailar; las dos chicas de Madrid tienen que retomar allí sus clases de baile. Pero estamos tramitando ya con el jefe un precontrato para ver si podemos regresar el invierno que viene. Nos ha encantado y nos han acogido bien, tienen un buen concepto de los españoles.

Desde el punto de vista económico ¿sale a cuenta?
—No tenemos un sueldo como el que se espera en Emiratos, que es elevado, porque estamos subcontratados, pero ganamos como en un parque en España y nos ponen la casa con todos los gastos pagados salvo internet y la comida; también nos pagan cada mes el visado para poder trabajar aquí, y nuestra casa está bien, hay piscina y gimnasio privados.

¿Qué ha podido conocer?
—La mezquita más grande del mundo en Abu Dhabi, ahí sí tienes que entrar con la abaya y el pelo tapado; hemos ido a los parques Ferrari World y Motiongate; a la ciudad de Fujairah; he ido tres veces al desierto y dormido en un campamento, disfrutando de espectáculos y comida típica, allí también puedes montar en camello; nos hemos hecho la henna (tatuaje superficial y decorativo en la piel); y hemos ido a muchas fiestas [ríe]. Hemos hecho muchísimos contactos con artistas aquí en Dubái.