Su compromiso político y el hecho de haber sido la primera mujer consellera en Balears, por el Partit Socialista de Menorca (PSM), son la parte pública y más conocida de Maria Juan Benejam, profesora ahora ya retirada que gusta de acudir como oyente a algunas de las sesiones plenarias del Consell. Una mujer jovial, abierta y activa, amante de los viajes, que se han incrementado tras su jubilación, hace once años, de su profesión como maestra.
En su faceta viajera nunca ha estado sola. Ha recorrido mundo con amigos o familiares y en la mayoría de ocasiones, lo ha hecho con su compañera de vida, Amelia. Ambas guardan cuidadosamente ordenadas sus vivencias por el mundo y sus fotografías en álbumes que, en el momento de nuestra charla, se desparraman sobre la mesita de la sala donde la protagonista recibe, acogedora y dispuesta a compartir retales de sus escapadas, algunas cortas, a la Península y Europa, de fin de semana, otras más largas, a destinos internacionales, como Kenia, Guatemala, India, Egipto, Turquía, Argentina o Nueva York.
Hacer un listado es una ardua tarea. Además, cuando puede repite destino, porque no quiere quedarse solo con el recorrido superficial en una sola capital o ciudad. «A mi me interesa conocer un poco cómo funciona el país, por ejemplo en Alemania he estado unas veinte veces, nunca en el mismo sitio, salvo Berlín que es muy grande. Me gusta conocer la idiosincrasia del país; a Italia también he ido en varias ocasiones, en el norte hasta las montañas Dolomitas, el sur, las islas, este y oeste, el campo y la ciudad, me gusta conocer cómo vive la gente», explica, «porque el carácter romano y el napolitano no se parecen en nada».
España y sus ciudades también las ha recorrido; le gusta acudir a eventos culturales –ahora aguarda a que llegue enero para asistir a un ballet en el Teatro Real de Madrid–, pero también recorrer sus rincones más apartados.
«Ahora que tenemos más tiempo a veces vamos a hacer senderismo, los trayectos cada vez son más cortos, porque nosotras tenemos más años, pero es ideal para conocer las montañas, el campo, los pueblos pequeños..., todo eso en España es de una variedad increíble, creo que junto a Italia, son los países más diversos de Europa».
Salirse del camino
La viajera disfruta con esos detalles: los rincones, los lugareños, la comida, las costumbres, lo heterogéneo...,«a mi me interesa la vida de la gente y hablar con los nativos de los lugares que visito». Por eso también le atrae la política, porque le atrae la gente. «La política no es más que decidir para las personas».
Confiesa que ese interés y esa tendencia natural a «entrar en algún bar raro» o en un barrio fuera de las rutas más turísticas, a veces le ha valido un pequeño susto, pero saciar su curiosidad ha valido la pena y por el momento, no ha habido percances que hayan pasado a mayores.
También reconoce que las vivencias en cada lugar visitado varían según los intereses de cada persona y del momento en el que vive. «Viví una temporada en Viena cuando era joven y las relaciones son diferentes, porque los intereses de ese momento eran los estudios y los estudios te ocupan mucho, por eso las relaciones son distintas desde el estudio que desde la vivencia», reflexiona.
En el norte de África, que ha recorrido junto a su compañera en diversas ocasiones, viajaban solas «en taxis de esos que llenan hasta que no cabe nadie más» y jamás tuvieron problemas, «ahora esos países dan más respeto». Entre los lugares que más le han impresionado está India. «Fui con una amiga de Barcelona que tiene una sobrina que vive allí y conocimos gente hindú, solo en Bombay pero me gustó mucho».
También en Guatemala tuvo oportunidad de mezclarse con sus habitantes, porque viajó con amigos que a su vez tenían conocidos en el país. Y otro gran destino que le marcó fue Kenia «porque fuimos a vivir en un campamento junto a un poblado masai, lo organizó una sobrina mía que trabaja por allí. Así que primero hice el viaje turístico y luego me fui diez días a la sabana en una tienda de campaña. Fue espectacular. Solo un día vi pasar por allí un coche en el que iban otros blancos». Pero la raza deja de ser algo en lo que uno piense, asegura, «ya no te das cuenta» y además, añade, «eran una gente tan amable...». Regresar al África negra es uno de esos viajes que tiene pendientes. Contemplar los grandes felinos como el león a poca distancia es algo que nunca olvidará.
El volcán que paró todo
La erupción de un volcán de nombre impronunciable (Eyjafjallajökull) llenó de cenizas el cielo y en 2010 provocó el colapso y el cierre del espacio aéreo. Aquel fenómeno despertó una vez más su lado curioso. Maria decidió que quería conocer Islandia, la tierra de los glaciares y los volcanes. «Islandia me impresionó por su naturaleza, es impactante».
En otro lugar del mundo sintió esa fuerza de la naturaleza y el paisaje, en Argentina, donde pudo conocer el glaciar Perito Moreno. «Buenos Aires no porque es como si fuera una ciudad europea», matiza. Uruguay fue una visita familiar, ya que allí residieron durante un tiempo dos de sus hermanos.
Su recorrido por América también le llevó a Guatemala, era el año 2013. Ya entonces le impactó la pobreza e inseguridad de algunas zonas del país. «Recuerdo ver llegar a un supermercado un camión que repartía coca-cola y cuando lo abrieron, dentro había dos personas armadas para vigilar la carga y que no la robasen». Eso sucedía en las ciudades, mientras que su visita a la selva para conocer las ruinas mayas, en la zona de Tikal, transcurrió con normalidad.
«En Guatemala ciudad era duro, hay zonas que son muy pobres, y si los gobiernos no paran esa violencia...», advierte. Sin embargo no ha sentido miedo, pese a reconocer que a veces ha hecho alguna cosa inapropiada y es que, añade, «cuesta mucho pensar con la mentalidad» existente en otros países.
En Turquía, buscando una pintura bizantina «que es fantástica y habíamos explicado mil veces a los alumnos» entró con sus compañeros de viaje en una barriada «un poco extremista, allí las mujeres solo enseñan los ojos» y una fotografía en la calle les costó un pequeño susto, «y mira que he estudiado cultura árabe, ellos no retratan figuras humanas, y procuro ser muy respetuosa pero no fui a pensar en aquel momento».
La cámara no gustó a las vecinas del barrio, que no parecían muy amistosas, así que salieron deprisa de aquella zona y tomaron un taxi rápido. «Fue hace mucho, quizás 20 años, entonces podíamos correr», bromea Maria, «a veces haces pifiadas sin querer». Pero eso no cambia la opinión de esta viajera, cuya motivación es «conocer el mundo, que es muy grande, muy rico en experiencias y gentes diferentes, en productos y materiales, en maneras de trabajar y de vivir».
Y desde su experiencia concluye que «en todo el mundo hay de todo, en general la gente, si tú eres amable y te interesas por ellos, encuentras hospitalidad». Como muestra recuerda las mujeres del predesierto en Túnez, «eran beduinas, casi no tenían nada, pero te daban un trozo de pan con aceite que ellas mismas habían hecho machacando las olivas, y aquello fue algo exquisito», narra.
El último viaje que han realizado, el mes pasado, ha sido por España, en concreto Zaragoza, donde han visitado la basílica del Pilar y también Jaca, en el Pirineo aragonés. Maria y Amelia también visitaron recientemente Dinamarca, «queríamos ver el museo Louisiana, un nuevo concepto de museo que me gustó mucho, primero adquieren la obra y luego edifican, y van añadiendo salas adaptadas a la forma de las piezas que tienen».
Una vez allí aprovecharon para cruzar el puente que une Dinamarca y Suecia, entre las ciudades de Copenhague y Malmö; una gran obra de ingeniería que comprende en su recorrido una isla artificial. «Nos encantó, es espectacular», señala Maria. Y confía en seguir en forma para viajar más. «Europa creo que la podremos seguir conociendo». Y eso que la han recorrido en muchas ocasiones, incluso realizando turismo fluvial, con cruceros por el Danubio, el Rhin y el Ródano.
Para sus próximos destinos volverán a repetir países árabes, Dubai seguro y en un viaje organizado con el Ateneu esperan poder viajar a Jordania.
Desde la perspectiva que le dio la política, donde gestionó Servicios Sociales, opina que «el mundo es muy grande y diverso, Europa es pequeña en ese mundo, que tiene solución y no se la damos, incluso económica».
Para Juan, «los que vivimos bien, vivimos muy bien, consumimos mucho, incluso lo que tendrían que consumir los demás, con poca conciencia de que hay una gran parte del mundo a la que le toca muy poca cosa. Es impresionante ver cómo en India o Kenia viven con casi nada», asevera. Por tanto, ve «lógicos» los movimientos migratorios. «No puede ser de otra manera, la gente tiene que venir a Europa, o ir a Estados Unidos, porque nos comemos el mundo, es de cajón, no solo por la inseguridad que tienen, sino porque no llegan a los mínimos».
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