Ana y sus hijas, Irene y Marina, y su marido Toni, recogieron a Mentu (centro) en el aeropuerto. | A. S.

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Son ya treinta los veranos que cumple el programa «Vacaciones en paz» en Balears, impulsado por las asociaciones de amigos del pueblo saharaui, pero nunca hasta ahora el número de niños llegados a Menorca para pasar sus vacaciones alejados de los campamentos del desierto había sido tan reducido: solo dos. El año pasado fueron seis. El motivo es que no hay familias de acogida, explicó Martí Carbonell, el presidente de la Associació d'Amics del Poble Saharaui de Menorca.

«No hemos encontrado más familias que quieran acoger, de las dos que hay, una es nueva y de Maó, y la otra es repetidora y de Ferreries», aseguró. Es la misma tendencia que comenzó hace unos años y que ahora se ha agudizado. «Ya no está de moda, ya no se habla del problema saharaui, aunque sea una responsabilidad directa de España, se habla más de los refugiados de conflictos de Oriente Medio», señala como algunos de los motivos. Otra razón, de calado, es que los años de recesión redujeron las posibilidades de las familias de ayudar, y a la crisis económica se ha unido también «una crisis social y de solidaridad», opina Carbonell.

Sea por falta de medios, de interés, o porque la ayuda humanitaria también se mueve por ciclos y modas, lo cierto es que dos niñas podrán pasar su verano en Menorca este año, frente a los grupos de veinte o treinta pequeños que llegaban a comienzos de la década de 2000. Eso ha motivado que no se organice ningún acto institucional o recepción de bienvenida. Las pequeñas ya están con sus familias menorquinas. Llegaron el pasado lunes en un grupo de 95 niños saharauis que aterrizó primero en Palma;de ahí 89 se repartieron con familias de Mallorca, dos viajaron a Menorca, tres a Eivissa y uno a Formentera.

Los amigos del pueblo saharaui de Balears informan de que 47 de los menores vienen por primera vez y 48 son repetidores. En este último grupo se encuentra Mentu, que este es el tercer año, y el último, que pasa el verano con una familia de Ferreries, la que forman Ana Sánchez, su marido Toni Salord y sus hijas Irene y Marina.

«Estamos encantados con ella, vino por primera vez con 10 años y ahora ya tiene 12, es una experiencia muy buena, animo a otras familias a que acojan», comentó ayer Ana Sánchez, quien recuerda que se interesó por primera vez por el programa de acogida escuchando hablar de esta iniciativa en la radio. «Siempre me pareció bueno también para mis hijas», añade.

Mentu es la mediana. Puede usar ropa de sus hermanas de acogida y también se lleva mucha ropa de invierno que el pueblo recoge para su familia en el Sáhara. Ayer estaba de compras. «También necesita un bañador, avarcas, un vestido bonito...», apunta Ana.

Eso y revisiones médicas, el cariño de su familia de acogida y unas vacaciones divertidas en Menorca.