Los aranceles que pueda imponer Trump para reducir la comercialización de zapatos y complementos de fuera de Estados Unidos no preocupan especialmente a los empresarios menorquines. «No es el principal problema» al que se enfrenta el sector, dice Fernández Salord, «porque dejó de ser uno de nuestros mercados principales hace tiempo» y porque la producción zapatera de EEUU «es muy baja, no da para vestir el 25 por ciento de su demanda, así que lo tendrían que exportar igualmente». Reconoce que la tendencia podría ser apostar por marcas más económicas, pero eso, valora, no afectaría en gran medida al producto de la Isla, con un cliente que prefiere la calidad al precio.
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