Dimitri Sturdza, en un momento de la entrevista | Javier Coll

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Mar y tierra, un emplazamiento idílico y una casa cargada de historia. Mongofra Nou reunía las condiciones que el empresario Dimitri Sturdza quería para iniciar un proyecto ambicioso, en el que afirma se implicará personalmente, con la vista puesta en el futuro y con ganas de contribuir al desarrollo de Menorca, pero poniendo el foco en el arte y en una manera «no pasiva» de disfrutar de la cultura. Una cultura que para él, explica en esta entrevista, está muy ligada a la agricultura.

Viajero y amante de la fotografía -ha publicado reportajes en suplementos de Le Monde-, buscó por el Mediterráneo un lugar para dicho proyecto, visitó Mongofra y lo consideró perfecto. Pese a la polémica que rodea a la Fundació Rubió, Sturdza ha venido para quedarse y ver cómo nace y crece su sueño.

¿Cuál era su relación con Menorca?
— La conocía, pero no en profundidad. De pequeño pasaba parte de mis vacaciones en Mallorca, mi padrino tiene una casa en Pollença. Cuando volví a visitar Menorca, ya de adulto, caí rendido, creo que es la gran desconocida y hay muchas cosas que hacer, tiene un grandísimo potencial. Mis proyectos culturales, artísticos y agrícolas encajan perfectamente en el lugar y el sentir de sus habitantes.

¿Qué tiene pensado exactamente para Mongofra?
— Mi intención es promover actividades agrícolas, culturales, gastronómicas y educacionales, y ser un referente cultural para los menorquines, encauzadas a través del arte pero sin limitarse exclusivamente a eso.

La primera forma de cultura es la agricultura, por eso la finca mantendrá su actividad agrícola y ganadera, potenciando al máximo los productos locales de una forma ecológica y sostenible. La tramitación del agroturismo que inició la Fundació seguirá adelante, porque la actividad mercantil es necesaria para sostener los gastos del eje vertebrador del proyecto: las acciones culturales y artísticas que se realizarán en Mongofra, siempre que sean compatibles con su entorno. En la práctica, esto supondrá abrir efectivamente al público la finca una vez tengamos licencia. Con un número de habitaciones reducido, se ofrecerá una experiencia única a quienes se alojen en Mongofra, para que conozcan el campo de la Isla y puedan disfrutar de su gastronomía con productos frescos producidos localmente. Intentaremos empezar las actividades este mismo verano.

¿Hay algún otro proyecto estrella?
— Mongofra será centro de arte y faro de la cultura. Se creará una residencia de artistas y un atelier. Esta es una de las actividades estrella y se realizará en Mongofra Nou, pero también se plantean eventos con mayor asistencia que se realizarán en otros puntos de la Isla. Será una residencia en la que tendrá cabida todo tipo de arte, la pintura, la escultura, la danza, el canto o la elaboración de videos. Se trata de crear y al mismo tiempo promocionar Menorca. Si mis expectativas se cumplen, la diferenciación de Menorca como un destino cultural podría contribuir a que más gente viaje aquí en invierno, proporcionando trabajo de calidad a muchas personas, y especialmente a los más jóvenes.

¿Esperaba la oposición de los Rubió al alquiler de la finca?
— Me entristeció saber que finalmente Mercè Rubió votó en contra del acuerdo del patronato. Como es lógico mantuvimos una negociación previa y todo iba bien al principio. La reunión fue en todo momento grata, agradecí que me pudiera atender y más aún que me hablara en mi lengua materna, el francés. No he tenido ocasión de conocer al resto de la familia pero coincidiremos este verano. Considero que el uso de la finca por parte de la familia es compatible con las actividades que planteo.
He asumido personalmente el compromiso de respetar todos sus derechos hasta las últimas consecuencias.

Han demandado a la Fundació y alegan una venta encubierta.
— No es una compra es un alquiler. Valoré distintas fincas rústicas y mi objetivo inicial era sin duda comprar. En ese proceso tuve la suerte de visitar Mongofra, supe que era el lugar idóneo como centro de arte y cultural, y arrancaron los contactos con la Fundació, que acabaron concretándose en un alquiler a largo plazo. Necesito esos 30 años para desarrollar el proyecto, lograr que se convierta en realidad y que sea un elemento diferencial para la Isla.

¿Por dónde van a empezar las reformas de la finca?
— En este momento se está elaborando un inventario, un catálogo detallado de todos los elementos que forman parte de la finca, valorando su estado y sus posibilidades de uso. Según esta valoración, se ordenarán las inversiones a realizar según su importancia y utilidad. No obstante, hay un compromiso con la Fundació de conservación de las casas prediales y de la capilla con valiosas pinturas de Pere Pruna. Mi intención es convertir Mongofra en un referente cultural y artístico para toda la región del Mediterráneo.