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Podemos se ha convertido en el nuevo voto útil de la izquierda menorquina, al menos en las elecciones generales. La noche del domingo sobrepasó los 11.000 votos, lo que solo puede haber logrado llevándose gran parte de los 4.486 sufragios perdidos por el PSOE, los 314 que se le escaparon a Més (PSM y ERC) respecto de los comicios estatales de 2011, los 1.131 que retrocede Izquierda Unida (anteayer, Unidad Popular), y los 751 que sumaron hace cuatro años las formaciones indignadas (desde Ciudadanos en Blanco a Hartos o Por un Mundo Justo). Pero, para alcanzar los 11.075 sufragios de la candidatura del juez Yllanes y Mae de la Concha, también ha tenido que llevarse la gran mayoría de los nuevos votantes (2.365 al Congreso y 3.586 al Senado), así como los votos blancos y nulos, que se han reducido a la mitad respecto de las últimas elecciones.

«Hemos recogido el voto útil, y así nos lo explicaban el domingo apoderados de otros partidos, que veían a votantes suyos coger nuestras papeletas», dice Montse Manceras, responsable política. «El PSOE ya no era voto útil, mucho menos ahora, y numerosos votantes de Més en las últimas municipales nos han elegido en las generales». El voto menorquinista que Més y el PI reivindicaban gráficamente lanzando aviones de papel a Madrid en plena calle no ha calado.

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«Podemos ha canalizado las ansias de cambio y se ha beneficiado de un trasvase importante de votos del PSOE y Més», asume también Vicenç Tur, secretario general de los socialistas, sorprendido aún del excelente resultado de los podemitas en diversos colegios electorales de Ciutadella tradicionalmente afines al PP o en barrios de Maó que eran fieles al PSOE.

«¿Resultados históricos? ¡Si no tenemos historia! Es solo un primer paso y, con el tiempo, venceremos también el miedo que algunos aún sienten por votarnos», afirma Brígida Mora, candidata al Senado. Y Montse Manceras asiente: «Afianzaremos este resultado. La remontada no es cosa de dos días».

El giro del electorado menorquín a la izquierda alienta estas expectativas. El voto de centro-derecha, que en 2011 alcanzó su techo, ha descendido desde entonces, mientras que el de izquierdas ha crecido en 4.600. En las elecciones al Senado sumó 6.000 votos más que PP, Ciudadanos, PI y UPyD.