La alcaldesa asegura que se ha encontrado algunas sorpresas en los primeros días | Javier Coll

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Entre ponerse al día y tomar las primeras decisiones, entre la cautela y la necesidad de demostrar agilidad. Conxa Juanola mantiene como alcaldesa de Maó su tono de prudencia, pero marca terreno en algunas cuestiones en cuanto a la nueva manera de gobernar que anunció Ara Maó y que ahora pretende implantar junto al PSOE.

Ara Maó pretende hacer política de otra manera, sin hablar de herencias, pero ha aparecida una: la necesidad de elaborar un plan económico financiero. ¿Cómo condiciona la acción de gobierno?
— Hacer política de otra manera está resultando difícil, porque hay maneras de actuar muy aprendidas en los partidos tradicionales. No queremos confrontación pero te ves inmerso en un ambiente... Si una parte no quiere, es complicado. Herencias hay, buenas y malas. Es lógico. Y hay cosas que no compartimos. El económico es un tema grave, muy condicionado por leyes estatales. En los últimos cuatro años se han tomado decisiones equivocadas, como bajar el IBI, lo que para el ciudadano apenas es nada y para las arcas municipales, un millón menos de ingresos. Esto condiciona. Pero tenemos muy claras las prioridades, políticas sociales y dinamización económica, por lo que ahorraremos de otras partidas. Es pronto todavía. No hemos empezado a hablar de presupuestos.

Se dejó claro en el pleno que los impuestos subirían...
— No tan claro, se dio a entender. Posiblemente será una medida a adoptar. Los márgenes son muy justos, pero el Ayuntamiento de Maó no está mal, hay presupuesto para las líneas básicas. Hay que ver de dónde se reduce. Nos estamos encontrando con mucho gasto superfluo.

Por ejemplo en...
— Actividades en las fiestas que no son necesarias y que conllevan gasto, alquileres de locales que se pueden minimizar... Rascaremos en todo lo que no sea prestar servicios básicos.

El PP vendió la imagen de una situación de las cuentas muy buena. ¿Hay más sorpresas?
— Es pronto para decirlo. Nos encontramos temas que se arrastran y no se han solucionado, por ejemplo en urbanismo. Y nos ha sorprendido. Nos encontramos muchos acuerdos verbales, sin soporte documental, No grandes temas. Nos ha sorprendido la demanda de los barrios, de que no se ha hecho nada en los barrios. Se ha hablado mucho de dinamización en el centro, que ha existido, pero hay muchas demandas vecinales no atendidas. Hay una situación grave en la atención a la gente mayor, que se tiene que solucionar de forma definitiva. Se ha parcheado hasta ahora a partir del trabajo del personal municipal. Cuatro años no dan para tanto, y el equipo de gobierno anterior no ha tenido tiempo para ejecutar ciertas cosas. Sorprende el contraste entre su mensaje y algunos temas pendientes.

Una de las primeras medidas de peso ha sido el tema de los desahucios. ¿Era lo más urgente, lo más factible o es un mensaje de preocupación por el tema social?
— En el acuerdo con el PSOE pusimos sobre la mesa los programas y vimos en qué había acuerdo en cuanto a prioridades. La vivienda era uno y el puerto, otro. Eran los temas de mayor acuerdo. Y así lo hemos plasmado en el primer pleno ordinario. Es una carta de presentación de lo que queremos hacer los cien primeros días.

¿Se ha avanzado en el diagnóstico de la situación social, de pobreza, de necesidades?
— En el área social lo primero ha sido reestructurar los departamentos, reorganizarla. Se incorpora educación, es un gran cambio porque lo consideramos una herramienta básica de prevención de riesgos sociales. Siempre de acuerdo con los trabajadores. Al mismo tiempo hemos visto que hay un servicio que funciona, pero no hay un diagnóstico de la situación real del municipio. Hasta ahora es un servicio muy asistencial y hay que ir más hacia la prevención.

Hay padres que no pueden pagar las escoletes y la partida de becas no se agota. ¿Qué sucede?
— No lo conocemos con detalle. Para esto es necesario el diagnóstico, hay gente que no accede a las ayudas por vergüenza o desconocimiento. Y estas situaciones se tienen que abordar. Es delicado.

¿En la promoción económica se apostará por vías distintas a las de los últimos años?
— Hemos creado una gran área de promoción económica, que no existía. Ahora se monta el esqueleto. Lo que se ha hecho hasta ahora está bien, se puede mantener, pero tiene que ver más con el tiempo libre y el verano, en la calle. Se tendrá que regular, porque tenemos muchas quejas, de vecinos, de diferencias en las licencias de actividad... Este verano no tocamos nada, pero en octubre analizaremos cada caso: terrazas que invaden espacios públicos, terrazas sobre aceras que generan problemas de seguridad, horarios de las actividades, hay licencias con horarios diferentes... Se debe regular todo esto y armonizarlo con el derecho al descanso.

¿Si se deja todo lo económico para octubre, no da tiempo a cambiar la zona de afluencia turística?
— Es otro tema.

¿Pero da tiempo? ¿Se hará?
— Es una demanda del pequeño comercio. Hablamos de cinco domingos al año. Pequeñas tiendas que abren el domingo no venden nada si abren grandes superficies. Escuchamos todas las voces, aunque es una figura que no tiene sentido en enero o febrero. Seguiremos adelante con este tema.

¿Y lo de destinar los ingresos de grandes superficies a dinamizar el pequeño comercio?
— Un plan de pequeño comercio, con formación, es básico. Si hay ingresos para hacerlo, lo haremos. Pero en esta área económica se puede pensar en otras cosas, como aprovechar la cultura, la naturaleza, para generar actividad económica. Y puestos de trabajo estables. Estar en contacto con el Plató de Joves, ver cómo les podemos ayudar, para que queden aquí... Debemos formar trabajadores que aporten calidad. Es lo que estamos armando en esta gran área, además de los bares, terrazas...

Conoce bien el funcionamiento del Teatre Principal. ¿Cómo se va a mejorar?
— Funciona muy bien por dos motivos. Primero porque la sociedad menorquina cree en la actividad teatral y musical, es una gran consumidora y creadora, con un nivel altísimo de entidades. Y una plantilla que cree mucho en lo que hace. Hay que seguir en el equilibrio entre la actividad profesional y la amateur. El reto es ser vanguardista a la hora de abrir a la sociedad a nuevas ideas y reflexiones. Se puede mejorar por aquí.

Se opta por un concurso, una oposición, para el gerente...
— El Teatre Principal no puede estar sujeto a cambios políticos. Abriremos una bolsa a partir de un proyecto de gestión, probablemente a cinco años. La administración debe arriesgar con propuestas que no llegarían por la via privada. Si funciona, se revisa y continua. Si no, se cambia.

¿Tendrá más recursos?
— No, los mismos. De hecho, estos últimos años se ha aumentado la partida presupuestaria. Es suficiente. La fundación está para ser autosuficiente.

Por lo dicho hasta ahora, ¿el Teatre no traerá a David Bisbal o similar?
— (Ríe) Bueno... Siempre he cuestionado que el Teatre Principal sirva para canalizar actividades multitudinarias deficitarias. El aumento de la partida de estos últimos años ha servido para macroconciertos que difícilmente son viables. No es el objetivo de una fundación pública. Hay muchas actividades que funcionan muy bien, y estas deben sostener las deficitarias. ¿Bisbal? No me tiréis de la lengua.

¿La participación ciudadana se hará tangible pronto?
— Hemos tenido una primera reunión con los servicios informáticos y ya estamos perfilando un portal de transparencia, que incluye la posibilidad de consultadas telemáticas. Se está diseñando. No sé si será pronto, pero se hará. Y queremos que los plenos se conviertan en un punto de participación ciudadana, que acudan entidades, que presenten preguntas sobre los temas a debate... Hay que animar a la gente, porque no es lo habitual. Hay más ideas, como una pantalla en la calle para quien no se atreve a entrar.

Tema banderas. No le gusta demasiado. ¿Volvería a actuar igual en el tema del Pont de Sant Roc y el tren turístico?
— Estoy preparada para la discusión política, la discrepancia, que es sana y necesaria. Pero no estoy preparada para una discusión tan superficial sobre un tema que no tiene... (larga pausa)

¿Trascendencia?
— No lo quiero decir así porque para mucha gente la tiene, pero para mí no. Se ha quitado una bandera de un elemento histórico que nunca la había tenido. No entendí nunca que pudiera ofender a alguien, si ha sido así, lo siento. Ha sido un debate intencionado, no ha salido de la calle. Surgió en las redes sociales de forma debidamente inflada. No es una preocupación en la calle.

¿Se equivocó Ara Maó con los 15.000 euros de los pararrayos?
— Sí. No eran de pararrayos, pero los euros han salido. Tenemos facturas.

¿Mantenemos los 15.000 euros pero los pararrayos no?
— No mantenemos nada. La información salió de la casa pero no la contrastamos. Fue un error.

En cuanto a las consultas ciudadanas. opción que se aprobó en el último pleno, hay una pendiente, la de la H de Maó. ¿Se hará?
— Si genera debate y está sobre la mesa el tema, se hará la consulta. Fue otra discusión que no estaba en la calle, también se generó de forma intencionada. Se desvía la atención de temas realmente importantes. El debate no surge de forma natural. El debate de la H se propicia y genera división. No contribuiremos a alimentar un debate estéril que abra una brecha entre los mahoneses. Debemos preocuparnos por cosas más importantes, como el futuro de nuestros hijos, la educación, la economía, Milà, el agua... ¿A qué conduce discutir por una letra?

¿Se decanta este equipo de gobierno por la lengua propia? ¿Cómo actuarán?
— La lengua propia es la catalana y el reglamento dice que el Ayuntamiento debe velar por la lengua propia. No haremos nada más que acatarlo. Se usan las dos lenguas en programas, folletos... No hay problema. No hay cambios dentro del Ayuntamiento en este sentido. Es un debate superado.