Reflotamiento del barco de época, Toftevaag | Dino Gelabert-Petrus

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La historia del Toftevaag es uno de esos relatos que se guardan celosos en los puertos. La de este barco noruego de más de 100 años de historia pende de un hilo muy fino después de un descuido dirán algunos o de una negligencia, asgurarán otros. Esta embarcación catalogada como monumento histórico en Noruega y que se dedica a la observación de cetáceos y delfines se hundió hace un mes en el puerto de Maó después de un año esperando para ser reparado y ahora su propietario, Ricardo Sagarminaga, se debe hacer cargo de ello.

El penúltimo capítulo de este lujo náutico empezó en agosto de 2013 cuando estaba rodando un documental en el sur de Francia. Sagarminaga decidió que debía dejar el velero en Menorca para que le realizaran una serie de trabajos de mejora cuando de camino sufrió una avería importante en el eje de la hélice. "Intentamos trasladarlo al puerto de Ciutadella, donde hay un varadero, pero fue imposible", cuenta.

La historia se tornó pesadilla cuando hace un mes el barco se hundió en la zona de la colársega del puerto. El armador, de origen vasco y holandés, había pactado con una empresa la reparación y había hecho un primer pago de 3.000 euros. Tras una primera actuación y a la espera de que fuera sacado del agua con una grua el tiempo propició que la semana pasada el navío se fuera a pique.

"Estaba trabajando en Malta y recibí un mensaje de una amiga que me decía: '¡Ostras! no sabes cuánto siento lo de tu barco'". Me cogió desprevenido, no sabía a lo que se refería y entonces me dijeron que se había hundido. No me lo dijo ni siquiera la empresa sino que lo hizo una amiga. En ese tiempo, el armador ha esperado que la empresa se hiciera cargo de la reflotación pero transcurrido este tiempo lo que había en el interior se ha podrido y ahora la mayor preocupación es "reflotarlo, no por su coste sino por el amor que le tengo, es parte de mi familia". No en vano, la relación del barco y de Sagarminaga arrancó hace más de 25 años.

Sin margen para esperar a que la empresa se haga cargo de los gastos de reflotar el barco, el propio vasco-holandés ha tenido que correr con ellos y gracias a la colaboración de Autoridad Portuaria y de la empresa Mar de Fons, confían en reflotar el barco entre este martes y el miércoles a más tardar.

Posteriormente "quedarán unos seis meses de trabajo intensivo con un coste de unos 20.000 euros", explica, aunque recalca que "es una pesadilla, solo quiero que lo arreglen y llevármelo de aquí".