Las buenas condiciones a la hora de zarpar hacían pensar que la travesía podía ser tranquila, pero todo cambió en medio del Canal | Artiem Hotels

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«No pudo ser, pero lo volveremos a intentar». Las palabras son de Mathieu Nieuwland, uno de los impulsores de la travesía solidaria en kayak entre Cala Galdana y Cala Ratjada, una aventura en la que se embarcaron el pasado sábado, día 6, una decena de deportistas pero que tristemente no pudieron completar. «Los retos difíciles siempre tienen un valor añadido, y no conseguirlo no es fracasar», apunta el piragüista, quien sostiene que pese a todo «paleamos juntos, disfrutamos del mar, del compañerismo y del buen ambiente».

La iniciativa, en la que participa la sección Sports Nature, de la cadena hotelera Artiem, ya se había llevado a cabo con éxito en dos ocasiones anteriores, pero en ésta los promotores decidieron que tenía que ser con fines solidarios. Así, los 220 euros recaudados a través de las inscripciones se entregaron a la delegación de Creu Roja en Ferreries. «Una aportación que parece poco pero es mucho», sostiene Nieuwland, quien aspira a que la cita aumente la participación en futuras ediciones para así poder aunar esfuerzos por una buena causa.

A las seis de la mañana, tras compartir un copioso desayuno para coger fuerzas y con unas condiciones climatológicas favorables, todo apuntaba a que el reto se iba a conseguir por tercera vez consecutiva. De hecho, en tan solo tres horas y 30 minutos, con una media de 4,5 nudos, los participantes ya habían logrado recorrer 14 millas, la mitad del trayecto previsto. Pero fue a partir de ese momento cuando las cosas comenzaron a torcerse. Las olas empezaron a levantase y el viento, antes favorable, giró soplando cada vez más fuerte.

Poco a poco, la velocidad de crucero se fue reduciendo hasta las 1,3 millas por hora. «Si dejábamos de remar, retrocedíamos», rememoran los participantes, por lo que progresivamente los palistas fueron abandonando. Cuando faltaban siete millas para llegar a Cala Ratjada, los diez ya estaban a bordo del barco de apoyo, el «Liber Mare», capitaneado por Daniel Coll. «Fue una liberación subir a bordo, y cuando estuvimos a salvo lo celebramos como una victoria», concluye Nieuwland.