La aplicación estricta de la normativa sobre pesaje y primera venta de los productos pesqueros, que obliga a efectuar dicho proceso en las cofradías de los puertos base de Maó, Fornells y Ciutadella, está levantando ampollas en el sector. Algunos profesionales consultados por el "Menorca" afirman sentirse "como delincuentes" debido a las continuas inspecciones tanto del Servicio de Protección de la Naturaleza (SEPRONA) de la Guardia Civil como de los inspectores del Consell y, aunque saben que la ley está para cumplirse, consideran que ésta no se adapta a la realidad de la Isla y resulta de difícil aplicación.
A pesar de que la normativa no ha cambiado -la última modificación del reglamento europeo se produjo en 2009-, el control se ha intensificado y las barcas que realizan capturas en núcleos como Es Grau, Canutells, Binibèquer, de la zona de Llevant, o Ses Fontanelles y Cala en Bosc, en Ponent, no pueden pesar el pescado fresco en las calas sino que deben transportarlo en coche frigorífico hasta las cofradías para pesarlo y etiquetarlo, facturar y venderlo.
Hasta ahora la aplicación de la norma era más laxa y permitía pesar las capturas en los núcleos pesqueros y comunicarlo a la Cofradía correspondiente para que emitiera el ticket de venta. Algunos pescadores consultados lamentan que en la actualidad el pescado se pesa y también se factura en ese momento, "aunque luego no se pueda vender".
El problema, aseguran, es que las empresas de pesca también pasan por dificultades, "es una economía de subsistencia", comentan, y cualquier gasto, como la compra de vehículos isotermo o de cajas frigoríficas llega en mal momento. "No queremos huir de la normativa, quienes tienen que adaptarla son los políticos, pero que nos dejen trabajar", manifestó uno de los profesionales.
El ambiente en el sector se ha enrarecido en las últimas tres semanas, periodo en el que se han abierto más de una docena de expedientes. Tanto es así que desde las cofradías, sus patronos mayores declinaron opinar sobre la polémica que recorre los muelles. Sí señalaron que el hecho de que el pesaje de todas las capturas se realice en las cofradías les ha obligado a ampliar las horas de trabajo de su personal y ha provocado un aumento de los gastos que no saben si sus presupuestos de este ejercicio podrán asumir.
Otro problema que apuntan es el horario de apertura de las cofradías, que no puede ampliarse a los domingos o jornadas festivas, por lo que esos días no se puede realizar el pesaje y facturación del pescado aunque haya capturas. "Ni se puede pesar ni te lo puedes llevar a tu casa", afirmaba ayer un pescador, y no valen opciones como la del congelado, matizó, "porque una langosta se tiene que entregar viva al restaurante".
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