Futuro. Los estudiantes de secundaria deben escoger su futuro inmediato, que pasa por la universidad, la formación profesional o el mercado laboral - Gemma Andreu
"Pensabas que estudiar una carrera te serviría para poder trabajar de aquello que siempre habías deseado y para tener una vida mejor, pero ahora mismo no es así". Son las palabras de Inma González, de 24 años, licenciada en Química y con un máster. A ella y a muchos licenciados más el mercado laboral les da la espalda tras años de estudios y sacrificios.
Aplicaban aquella máxima no escrita pero ampliamente difundida de que para ser alguien hay que tener un título universitario. "Es falso. Hoy en día tener una carrera no supone ninguna garantía de futuro ni de estabilidad profesional", sentencia Biel Pons, economista y director de Èxit Formació. Lo sabe bien Maria Florit, de 22 años, diplomada en Magisterio de Educación Musical. Tras comprobar que encontrar un empleo de su especialidad es una tarea tremendamente complicada en los tiempos que corren, confiesa que "tengo una sensación de frustración por no poder hacer nada, y a veces pienso para qué he estudiado si no puedo trabajar".
Este periódico ha recogido la historia de nueve licenciados universitarios menorquines que se topan con la misma realidad, un mercado laboral en el que no encuentran hueco. Licenciados en Psicología, en Química, en Ciencias Políticas, en Administración y Dirección de Empresas... luchando por trabajar de aquello para lo que se han formado en la universidad. Su experiencia permite deducir que existen tres grandes obstáculos: la crisis, la escasa demanda de profesionales formados y la dimensión geográfica y económica de Menorca.
"Somos una Isla de unas 100.000 personas, y los trabajos que exigen gran titulación se concentran en las capitales y las grandes ciudades. Es una utopía pensar que por el hecho de haber estudiado una carrera encontrarás un trabajo en Menorca", asegura Josep Fortuny, director de CAEB. De hecho, el responsable de la patronal en la Isla es muy contundente al afirmar que "el mercado laboral de Menorca nunca ha demandado estudiantes universitarios".
Fortuny entiende que, históricamente, muchos de los diplomados o licenciados menorquines que volvían a la Isla "o trabajaban de algo no relacionado con sus estudios o entraban en el sector público. Incluso hay muchos que no han vuelto a Menorca".
Éste último es el caso de Joaquim Ameller, de 23 años, licenciado en Administración y Dirección de Empresas. Tras hacer incluso de electricista, ha fijado su residencia en Nueva York. "En Menorca, la dimensión de las empresas es muy pequeña y por eso cada vez es más difícil que puedan absorber a todos los estudiantes que vuelven a la Isla año tras año", explica. De momento, en la denominada capital del mundo, Joaquim no ha conseguido trabajo de lo suyo, pero no se rinde, y la geografía no es obstáculo para él. "Pienso buscarme la vida sea en el país que sea", apunta.
Sin embargo, hay quien se siente más atraído por la tierra natal, por esta Menorca que ejerce un efecto imán a muchos de sus habitantes. Es el caso de Rosa Marquès, de 23 años y licenciada en Ciencias Políticas. Admite que se ha planteado dejar de vivir en la Isla para trabajar en algo relacionado con su formación. "Menorca es mi isla, mi casa, me gustar vivir aquí y por ahora no quiero marchar. Por eso, no puedo entender las declaraciones de algunos políticos instándonos a partir de nuestra de casa hacia el extranjero por espíritu aventurero. Es increíble".
'MOVILIDAD EXTERIOR'
Es lo que la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, ha llamado movilidad exterior. Para algunos, esta denominación no es más que un eufemismo para esconder lo que en verdad es una fuga de cerebros. Para otros, la oportunidad de ir a vivir a otros países en los que sí existe demanda de determinadas profesiones. Y es que según Biel Pons, "en Menorca y en España tenemos un exceso de estudiantes universitarios". Es lo que algunos expertos han llamado la sobreformación. En unos años, España ha pasado de ser un país con pocos universitarios a tener tantos que no puede integrarlos en su mercado laboral.
Y eso en un momento en que los expertos avisan de que los estudios universitarios ya no son el camino más corto para hallar un empleo. "Los estudios clásicos no tienen salida directa en el mercado laboral. Te aportan una base y unos conocimientos que te igualan con muchas más personas, pero es necesaria una especialización posterior para ser competitivo", defiende Josep Fortuny. Los universitarios menorquines no son ajenos a esta realidad. La conocen y la viven. Lucas Carreras, de 24 años y licenciado en Química, apunta que "hoy por hoy un título universitario se queda corto, no funciona como factor diferenciador de cara a un puesto de trabajo como sí podía suceder antes".
De hecho, hay ejemplos de estudiantes que ya han iniciado su especialización al ver que el mercado laboral, cuando busca algo, lo quiere altamente especializado. Es el caso de Laura Mercadal, de 24 años, licenciada en Piscología y con un máster. Ha decidido prolongar su etapa de formación cursando un doctorado y otro máster. Se ha dado cuenta de que, a pesar de su ya amplia formación, "vivo la frustración de tener un buen currículum y no poder optar a un puesto de trabajo que se ajuste a esta formación, y no ver recompensado el esfuerzo realizado durante los años de estudio".
Es algo similar a lo que experimenta Eva Martí, de 26 años, diplomada en Magisterio de Educación Especial y con un ciclo de grado superior de intérprete de lenguaje de signos. "Siento impotencia, querer y no poder. Me da mucha lástima hablar con compañeras que han estudiado conmigo y ver que la mayoría estamos igual".
En algunos casos, los propios licenciados admiten que sabían que los estudios escogidos podían tener un difícil encaje en el mundo laboral, pero en otros casos su sensación era muy diferente. Es el caso de Víctor Ameller, de 29 años, Ingeniero Técnico Industrial y con un máster en Formación del Profesorado. "Si me hubieran dicho que al acabar los estudios de ingeniería me costaría encontrar trabajo, me lo hubiera pensado muchas veces antes de coger este camino", admite.
Ciertamente, existen algunas creencias que apuntan a que ciertos estudios son casi garantía absoluta de encontrar un trabajo. Esto no es más que un mito, desmonta el economista Biel Pons. "El mundo va tan rápido que lo que es válido cuando se empieza la carrera tal vez ya no lo será cuando uno acabe los estudios.
El concepto de profesión de futuro es muy poco sólido. Por eso, el objetivo de futuro de quien estudia debería ser trabajar en aquello que le apasione, aunque a veces no sea fácil. Mi consejo es que cada uno haga aquello que le gusta, estudie aquello para lo que se siente llamado, porque de un modo u otro, acabará trabajando en ese campo". Es algo similar a lo que defiende Lucas Carreras, licenciado en Química, cuando asegura que "hagas lo que hagas, si intentas y luchas por ser el mejor, no te faltarán oportunidades".
¿Y si el camino fuera otro?
Si los estudios universitarios ya no son garantía de empleo de calidad, ¿cuál es el camino?. En este caso, los expertos coinciden en que la Formación Profesional está ganando muchos enteros. Josep Fortuny sostiene que "los ciclos formativos son titulaciones más solicitadas y en las que hay demanda. En Menorca, por ejemplo, ahora mismo hay varios puestos de trabajo que no pueden cubrirse porque no se encuentran personas que reúnan los requisitos de formación profesional exigidos". De hecho, el director de CAEB sentencia que "una persona con un perfil técnico superior sí tiene oportunidades laborales en Menorca".
En la misma línea, el director de Èxit Formació apunta que "tendrá más opciones de encontrar un empleo una persona con oficio que una persona con una carrera, e incluso puede ganar mejores sueldos".
Así, si el camino es la formación profesional, cabe reflexionar sobre si Menorca otorga la importancia que se merece a esta modalidad. Según Biel Pons, no. "No hemos sabido poner en valor esta formación, e incluso había épocas en que nadie quería cursar determinados ciclos formativos", dice. Josep Fortuny cree que, además de valorar lo que se tiene, hay que tener más. Así, recuerda que el pleno del Consell aprobó el pasado lunes una propuesta para pedir al Govern balear que incremente la oferta de ciclos formativos en Menorca, especialmente los relacionados con el turismo.
Pons, sin embargo, entiende que "no es una cuestión tanto de oferta como de aprovechar lo que tenemos. Además, muchos ciclos formativos se podrán estudiar a través de internet, y muy pronto las nuevas tecnologías permitirán acceder a cualquier formación profesional".
Aunque éste fuera ahora el camino más corto hacia un empleo, persiste la otra vía, igualmente válida, y caminada por muchos, la de la universidad. Ahora mismo, la realidad laboral no los mira con tanta admiración como años atrás, e incluso hay quien los repudia. Se han dado casos de empresarios que no han querido contratar a universitarios para empleos que requieren menos formación. Una estrategia equivocada, según Josep Fortuny, quien defiende que "siempre hay que querer contratar a los mejores, pues son los que te pueden aportar más, pero siempre hay quien teme que su empleado sepa más que él, aunque cada vez son menos".
Además de la sobreformación, estos jóvenes licenciados explican que otro inconveniente a la hora de encontrar empleo es la falta de experiencia. Su currículum es notorio, en algunos casos ciertamente brillante, pero los empresarios quieren alguien con experiencia. Laura Mercadal lo explica diciendo que "una de las mayores dificultades son los años de experiencia que se solicitan en la mayoría de ofertas laborales, experiencia que considero necesaria pero que nunca podremos alcanzar los jóvenes si nadie apuesta por nosotros". En la misma línea se expresa Víctor Ameller al asegurar que "las empresas de aquí valoran mucho la experiencia y muy poco el potencial de los jóvenes".
Y es que en general, la sensación que comparten estos licenciados es la frustración. Esta es la palabra más utilizada en los casos consultados por este periódico. Frustración, rabia, decepción, impotencia... La realidad les deja pocas opciones. O seguir formándose, como dice Maria Florit "pues aseguran que si no hay trabajo es el momento para seguir formándote". O trabajar de aquello en lo que se pueda, haciendo queso, dando clases particulares, de electricista... O buscar suerte en otras tierras.
Es la realidad de unos universitarios que se han topado seguramente con los peores tiempos para acabar una carrera. Es la vida de la que podríamos llamar generación JASF, Jóvenes, aunque Sobradamente Formados.. Y quizás habría que añadir pero sin trabajo.
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