Tortuga de agua. La autóctona es más pequeña que las tortugas de Florida, que son una amenaza - Paco Sturla

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La vida estalla en miles de formas en primavera. Las horas de luz se alargan, el silencio invernal da paso a los sonidos en las copas de los árboles y la naturaleza, una vez más, se renueva y renace en todo su esplendor. Para muchos de los animales de la fauna autóctona la supervivencia no será fácil. Muchos pájaros caen de los nidos, hay crías de diferentes especies que quedan huérfanas, se pierden de sus progenitores o resultan heridas y, como cada año, el Centre de Recuperació de Fauna Silvestre de la entidad ecologista GOB se prepara para recibir a estos pequeños seres y facilitarles su desarrollo y posterior regreso a la libertad.

Así, las instalaciones del parque de Bomberos y el centro de animales silvestres, en Ciutadella, acogieron ayer el curso anual de formación de voluntarios para cuidar crías, principalmente de aves, pero también pequeños mamíferos como murciélagos, erizos o comadrejas. Serán, si así lo desean, los padres adoptivos de las criaturas salvajes que nacen en los bosques y campos de Menorca y, cuando éstas se puedan valer por sí mismas, deberán devolverlas a su hábitat natural, en un encuentro que la organización de defensa de la naturaleza ya ha convertido en tradición, con la suelta en grupo de las aves salvadas.

Pere Pons y Evarist Coll, voluntarios y cofundadores del centro de recuperación de la fauna, fueron los profesores del numeroso grupo que se reunió, durante toda la mañana, para recibir las lecciones téoricas de cómo rescatar y alimentar a polluelos -tanto de rapaces como de granívoros-, y crías de pequeños mamíferos. Junto a ellos, Montse Bau, encargada de las actividades de educación ambiental y voluntariado del GOB. Y entre el público, gente de todas las edades y procedencias con el amor por los animales como vínculo.

Primero, observar

Los expertos del centro recomendaron, en primer lugar y antes de atender a cualquier animal, confirmar que realmente se encuentra herido o perdido, ya que en ocasiones puede no ser así, y sus padres pueden estar vigilando a sus crías de lejos, aunque a los humanos, con buena voluntad y ganas de ayudar, les parezca lo contrario. Es necesario distinguir, afirmaron Pons y Coll, para no separar a los animales de sus progenitores. Otra situación distinta es que las crías se hallen en un entorno urbano, o ante un peligro inminente, y en ese caso el voluntario puede y debe actuar.

Durante el curso se ofrecieron los conocimientos teóricos mínimos sobre las especies a cuidar, la alimentación que se les debe proporcionar así como el método, hasta que, tras unas semanas de paciencia, los pequeños comen solos. Después, las clases se completaron con una visita al centro de recuperación, donde se pudieron ver los animales que allí se tratan y recogen.