Unir el puerto de Maó con el centro de la ciudad, sí. Hacerlo mediante cintas mecánicas, no. Ése es el resumen de lo que piensa buena parte de los empresarios de la rada, que no dudan en mostrarse escépticos ante la nueva iniciativa del Ayuntamiento después de esperar más de diez años a que se construya un ascensor.
La medida, hecha pública el sábado durante una mesa redonda sobre movilidad, no acaba de convencer a algunos comerciantes y hosteleros, que opinan que sería un gasto desorbitado e innecesario, cuando se podrían poner en marcha otras alternativas. Aunque, por otro lado, también hay quien piensa que las cintas son una buena solución, y que ya se han implantado en otras ciudades con éxito.
"Todo lo que sea unir el puerto con el casco urbano me parece bien, pero que lo hagan de forma correcta y rápida. Aun así, lo de las cintas mecánicas me parece desproporcionado y creo que estropearía la zona. Opino que el tren es la mejor opción. Con que destinaran el veinte por ciento del gasto de las cintas en promoción del tren, otro gallo cantaría", explica la propietaria de una tienda.
"Me parece una idea mejor que la del ascensor. De hecho, yo lo propuse en su día. Soy de Tarragona y allí funciona estupendamente, es muy práctico. El ascensor tiene una capacidad limitada y tiempo de espera, mientras que con las cintas se consigue un tránsito fluido. Si se hace bien y no en plan 'cutre', como el ascensor, quedaría hasta bonito y el mantenimiento tampoco tiene que ser tan caro", comenta otra comerciante.
Coincide con ella la propietaria de un local, quien opina que en Ses Voltes sí es necesario un transporte de este tipo. "Creo que habría que instalar cintas mecánicas pero solo una.
Eso, el ascensor nuevo y otro en la otra punta del puerto, y todo quedaría perfecto. Pero que no tarden diez años. De lo que se tendrían que preocupar primero es de limpiar todas las bajadas a la zona, que están sucias. Aquí lo que pasa es que el Ayuntamiento nos convoca a reuniones y al final hacen lo que quieren. Igual que el tema del ascensor, que si está acabado para el mayo del año que viene será un milagro", dice.
Un hostelero, por su parte, piensa que el proyecto es ideal para el puerto de Maó pero que habría que controlar el presupuesto. "Llevo trabajando aquí treinta años y siempre he pensado que esto es lo que le hace falta al puerto. Lo que pasa es que el gasto puede dispararse y eso sale de nuestros bolsillos y, eso sí, lo veo como algo del futuro. Al ascensor me remito".
No opina lo mismo otro empresario de la zona, quien posee una curiosa teoría para conseguir que el puerto se deshaga de los coches. "Llevamos diez años esperando un simple ascensor, ¿y ahora esto? Es tirar el dinero. Si quieren que la gente baje andando, lo que tienen que hacer es convertir en zona azul todos los aparcamientos del puerto, a 1,50 la hora. Como la mayoría de los vehículos pertenecen a los trabajadores, no los podrán dejar ahí y aparcarán en otro sitio. Además, con este tipo de medidas lo que están creando es un montón de vagos. No pasa nada por bajar o subir unas escaleras, toda la vida se ha hecho", asegura.
Puerto peatonal
A la hora de valorar cómo ha resultado el cierre del tráfico a una parte del puerto, prácticamente todos los encuestados coinciden en que ha sido positivo.
"A mí me ha gustado la experiencia. Creo que funciona. Había incluso quien me preguntó si la tienda era nueva, y llevamos cuatro años aquí. La gente debería darse cuenta de que, a medio o largo plazo, nos beneficiará a todos. Vi un debate en el que se trataba la peatonalización de las ciudades y siempre hay voces en contra pero, al final, se ha demostrado que favorece. Menorca no va a ser la excepción", dice una empresaria.
"Hemos visto más gente que otros años. Algunos decían que había mucho silencio pero lo que no oíamos era a los coches. Incluso los turistas lo agradecían y había algunos que preguntaban por los carteles que teníamos en las puertas (a favor de la peatonalización). Está claro que algo así no se puede hacer deprisa y corriendo pero a mí me parece muy acertado", comenta una trabajadora.
Lo mismo opina la propietaria de una tienda, quien asegura que la medida se tomó "de golpe y en plena temporada. Luego no ha ido mal pero una prueba así no se puede hacer el uno de agosto. Además, el tren tendría que haber estado mejor señalizado, en varios idiomas. Al final ha sido un entretenimiento para los niños. Podrían utilizar el autobús eléctrico que quitaron del Hospital, por ejemplo", concluye.
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