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Autoficha

Me llamo Mélanie Werder Avilés nací en Suiza en el año 1992 pero desde los seis he vivido en Maó. Ahora vivo en Madrid, estudiando el doble grado de Periodismo y Comunicación Audiovisual en la Universidad Rey Juan Carlos. Cuando no estudio preparo montajes con mi grupo de teatro y soy monitora en una asociación de tiempo libre.

El martes pasado este diario publicó una fotografía en "Sorprendre y no sorprende", en la que salía usted. Un momento captado por "El País" de las protestas del 15M. Se la veía en la Puerta del Sol de Madrid, envuelta en plena carga policial. ¿Cómo seguiría la foto? ¿Qué ocurrió? ¿La lesionaron? ¿la detuvieron?

Nada más terminar la asamblea general, me encontraba charlando con mis compañeros, cuando de repente una gran cantidad de antidisturbios nos cercó, sin darnos tiempo a reaccionar ni salir. Las personas de la plaza se sentaron tranquilamente agarrándose de los brazos, realizando el ahora tan polémico acto de la resistencia pacífica. Yo saqué mi cámara y me puse a grabar. Los antidisturbios iban en grupo sacando a los manifestantes. Si la violencia ya es impresionante, cuando la ejercen contra ti es inexplicable. La foto fue tomada justo en el instante en el cual el antidisturbio me había apartado del grupo para llevarme a una calle aledaña. Como se puede ver en e vídeo que he subido a internet, el agente me dijo "contra más te resistas más tiro yo" mientras me retorcía el brazo y hacía presión contra mi nuca. En ningún momento me resistí, y paró cuando llegó otro agente a decirle que parase. Entonces me dejaron en la calle donde nos tenían a todos cercados.

¿Cómo se siente al tener que pagar una multa? ¿De qué cantidad estamos hablando?
Sobre todo impotencia y rabia, porque en un país democrático es intolerable que se produzcan estos episodios de violencia policial contra personas pacíficas. Criminalizar la respuesta pasiva no es la opción para acallar las protestas. La multa será hasta de 300 euros por estar en una plaza de pie, grabando.

¿Con qué motivación fue a Sol?
Acudí a Sol porque era un punto y un momento muy importante en el cual cristalizaban y se volvían a reunir todas las comisiones de trabajo y movimientos sociales descentralizados durante el año, porque es importante mostrar que los jóvenes no vamos a dejar que recorten los derechos sociales que nuestros padres ganaron con tanto esfuerzo de un plumazo, y porque salir a la calle es nuestra única herramienta.

¿Cómo se vive el movimiento 15M en primera línea, en Madrid?
Se vive con emoción. La acampada fue la primera pieza de un engranaje que ha aglutinado colectivos, personas, ideas y acciones con un fin común, ya sea en barrios, escuelas, hospitales, colectivos, y que si se vive por dentro queda muy alejado de la imagen sucia y drogada que los medios pretenden presentar.

¿Se nota en Madrid el latido del movimiento más allá de las protestas?
Totalmente. En cada barrio hay asambleas, colectivos, acciones. He conocido a personas únicas, que comparten la indignación, pero también la conciencia, me hacen sentir que la humanidad está viva. Me alegra saber que no todos los jóvenes nos preocupamos por nuestro ombligo.

¿Qué le ofrece esa ciudad a una menorquina como usted?
Me ofrece la paz del bullicio, la cantidad exponencial de mentes despiertas por conocer y sobre todo, la posibilidad de echar de menos el mar.