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El pasado día 1 de mayo se inició una nueva temporada turística en la Isla. La economía de muchas familias depende de los próximos meses para poder subsistir todo el año. Pero parece ser que las perspectivas no son muy positivas y eso hace temer lo peor a muchas personas que viven directamente del sector servicios. La preocupación debería ser generalizada, porque si la cuenta de resultados al finalizar dicha temporada no es satisfactoria, eso nos afectará a todos los habitantes de la Isla.

La crisis económica está azotando con dureza a las empresas de Menorca y seguimos a la cola de Balears en la creación de empleo. Más de siete mil personas están en paro y muchas empresas turísticas han retrasado la fecha de apertura ante las previsiones nada halagüeñas.

Por todo eso, y por muchas razones más, me parece imprescindible cambiar nuestra forma de pensar sobre el hecho turístico. La amabilidad, una correcta relación calidad-precio y la vocación de servicio son muy importantes para que nuestros visitantes vuelvan satisfechos de sus vacaciones a su país de origen.

Lamentablemente, y a pesar de los hechos, algunas personas piensan aún que el turismo no les afecta. Si a eso le unimos el grave problema del transporte aéreo, nos encontramos con un inicio de temporada más incierto que nunca. El sector público y el privado deben unir esfuerzos en beneficio de todos.