Numerosos clientes en una de las tiendas de Mibo en Maó. La temporada turística empuja cada año las ventas que, en los últimos años, y en especial tras la pandemia, se han estancado | Gemma Andreu

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Las empresas de calzado especializadas en abarcas menorquinas diversifican su producción porque las ventas de la sandalia más popular de la Isla, que se dispararon entre 2016 y 2019 y lograron hacerse más internacionales que nunca, están estancadas.

Además, tienen que competir con todo tipo de imitaciones, tanto en la gama más barata, las tiendas on line de moda rápida china, como en la más alta y cara de las firmas de lujo: de Shein a Prada, pasando también en un nivel intermedio por la clásica competencia del propio calzado hecho en el Levante español. La abarca está muy presente en las tiendas físicas y virtuales, pero eso no implica necesariamente ingresos para la industria local.

Las firmas menorquinas no escatiman esfuerzos para innovar, exploran todos los nichos de mercado para la abarca, con propuestas por ejemplo dirigidas al colectivo vegano, se unen a la tendencia barefoot, con diseños minimalistas respetuosos con la forma natural del pie (para sentirse como si anduvieras descalzo), y al uso de materiales reciclados; tampoco dejan de lado la moda y el diseño, incorporando cuñas, colores, nuevos materiales, estampados, glitter y abalorios de gran variedad a la sencilla abarca de toda la vida, incluso convertida ahora en pantufla de estar por casa con suaves forros de borreguillo.

Aún así, los grandes fabricantes de abarcas reinvierten y crean otro tipo de calzado, para no apostar todo a un solo producto y también con los objetivos de alargar su temporada de producción y entrar en nuevos mercados. La marca Mibo, cuyo primer producto «y casi único, aunque con una variedad muy grande» fue la abarca, ahora también fabrica y comercializa bailarinas y bambas, además de trabajar con sus lineas Bio y de Novia, explica su gerente y fundador, Miquel Pascual.

«Si produces 600 o 700 pares cada día y luego bajas a 250 sobra mano de obra, es imposible dar trabajo, y eso me duele», asegura. Las tiendas propias son las que siguen funcionando bien durante la temporada turística, y confía en que sigan así, porque la pandemia fue una importante estocada para el sector.

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«La pandemia supuso un cambio importante, muchos de nuestros clientes desaparecieron», afirma el responsable de la firma de Es Migjorn.

Comparte su valoración el director general de Ria Menorca, Carlos Truyol. «La moda no nos acompaña, desde la pandemia se gasta menos en ese tipo de bienes, y el consumo ha bajado debido a la inflación», afirma Truyol, quien añade que algunas de las tiendas a las que vendían cerraron por la crisis que desató la emergencia sanitaria y no han vuelto a abrir, muchas «no tienen relevo generacional».

Con este escenario, Ria Menorca vuelve un poco a sus orígenes fabricando –además de la abarca que tanto éxito le ha traído–, bailarinas, botas, calzado barefoot y otro tipo de sandalias, planas y con plataformas. De hecho, la primera línea que diseñó el propio Truyol en 2001 fue de calzado de mujer y más tarde, en los años 2002 y 2003, comenzó el fenómeno de las abarcas. «Mi padre ya hacía calzado de mujer, bailarinas, zapatillas de casa e incluso de ballet y también trabajaba para otras marcas», recuerda el empresario de Ferreries.

Producción

El último Estudio de Producción de Calzado es de 2023, elaborado por la Asociación de Fabricantes de Calzado de PIME. Ese año el sector mantuvo una producción de 474.854 pares de zapatos, 10.434 pares de zapatillas y 447.376 pares de abarcas. Las abarcas casi igualaron a los zapatos, mayoritariamente femeninos.

La industria del calzado generó ese ejercicio un total de 46.416.297 euros en ventas. De ese total, un 53,4 por ciento correspondió a las exportaciones, mientras que el 46,6 por ciento restante provino del mercado nacional. Alemania destacó como el mayor importador de calzado de Menorca, un 15,5 por ciento de las exportaciones, seguido por Estados Unidos (10,48 por ciento), Italia (8,49 por ciento) y Francia (6,45 por ciento).

La inestabilidad internacional les preocupa y paraliza los mercados

Estados Unidos es un mercado importante para las exportaciones de calzado menorquín pero no es el primero, en términos globales, están por delante Alemania u otros países como Italia y Francia. Las abarcas llegan a las antípodas, se venden en Australia, y también Asia es uno de sus destinos. Sin embargo, todos los anuncios de aranceles de la Administración Trump y la preocupación que está generando con su giro en la estrategia geopolítica internacional tiene inquietos a los fabricantes. «El mercado está muy parado», asegura Miguel Pascual, gerente de la firma MIBO, «lo peor para la economía siempre es la incertidumbre, y además ahora mismo, todas las señales son malas», añade.

Tampoco Alemania, motor económico de la UE, está en su mejor momento, atraviesa un bache debido a su dependencia energética del gas ruso, señala el presidente de la Asociación de Fabricantes de Calzado de Menorca, Juan Carlos Fernández de Salort. «Aunque los gobiernos digan que no, hay una crisis, sobre todo de confianza, las guerras, los conflictos en el transporte, todo eso no    favorece en absoluto, vendemos, pero ¿y si luego aplican aranceles, sube el precio y te cancelan un pedido? La situación actual del mercado es de incerteza», asevera.