Observadores y partícipes. Una gran cantidad de residentes y visitantes siguieron de cerca las evoluciones de los caballos, aunque solo unos pocos se atrevieron a entrar en contacto con los animales - Carles Mascaró

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La urbanización de Cala en Porter, en Alaior, hizo ayer un paréntesis en el habitual ajetreo veraniego que ya entra en su recta final. Fue con motivo de las fiestas anuales, con la celebración del tradicional jaleo que lleva hasta los residentes esta costumbre tan propia de la Isla que, al mismo tiempo, deja boquiabiertos a cuantos turistas se acercan a presenciarlo.

La jornada empezó con pronto y con la incertidumbre por las previsiones meteorológicas que ofrecían los partes del día anterior. La lluvia dio tregua en la parte matinal del programa, no así por la tarde. Comenzó el día con las actividades infantiles como preludio del esperado jaleo. Muchos se acercaron a disfrutar de la habilidad de los caixers y los caballos, y algunos menos le echaron coraje y no tuvieron reparo en acercarse a los animales para tocarlos y acompañarlos en sus saltos en el centro de la plaza.