¿Cómo fue su llegada a Menorca?
Llegué en el año 2000 porque la situación económica en mi país estaba mal. Yo trabajaba en un puesto de frutas y verduras. Mi tío vivía aquí y yo vine directamente desde Ecuador. Al principio me sentí muy extraña pero ahora estoy tranquila. Busqué trabajo y empecé en la hostelería.
Actualmente, usted es cocinera en un hotel rural. ¿Ya tenía nociones de cocina?
No, todo lo aprendí en el hotel, en el que llevo varios años. Me gusta porque me ocupo de elaborar toda la bollería para los huéspedes. Antes de esto, trabajé limpiando y de friegaplatos pero lo de la cocina es lo que más me gusta.
Lo de la bollería debe dársele bien porque también prepara unas tartas muy vistosas.
Sí, todo surgió de manera espontánea. Solía hacer tartas y, un día, unas amigas me pidieron que les hiciera una para una fiesta. Poco a poco se fue corriendo la voz hasta ahora, que las preparo para todo tipo de celebraciones, desde bodas a cumpleaños. Las más grandes que he hecho han sido para 80 y 100 personas. Debo decir que mi pareja y mis hijos también me echan una mano. Las tartas que tienen más éxito son la de nueces y zanahoria y la de vainilla y naranja.
Trabaja de temporada. ¿Cómo se apaña durante el invierno?
La situación es muy difícil y no se consigue nada en esos meses. Me encargan algunas tartas pero es complicado. Ya me he acostumbrado a trabajar durante el verano y, aunque es duro porque se echan muchas horas, sé que tengo el apoyo de mi familia que para mí es lo más importante.
¿Le gustaría volver a Ecuador?
Mi vida está aquí ahora pero desearía ir este invierno a visitar a mi familia. Echo de menos las costumbres y a las personas que dejé allí.
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