Laura Borràs, profesora de Literatura de la Universidad de Barcelona, lo tuvo claro desde el principio: para descubrir cómo se concebía la locura en la Edad Media tenía que actuar como un medieval.
Borràs profundizó en esta materia con el fin de elaborar su tesis doctoral, un trabajo que se convirtió en una interesante obra de 2.000 páginas y que terminaría dando forma a un libro llamado "Més enllà de la raó".
"Leyendo literatura medieval, me di cuenta de que todo el mundo se volvía loco. Me asombraba ver la manera en la que se representaba a estos personajes y qué concepto se tenía de ellos".
La profesora explica que, en general, el motivo principal por el que los seres humanos 'se volvían locos' era el amor. "Las mujeres tenían un papel meramente reproductivo, las bodas por intereses estaban a la orden del día, por lo que el odio entre cónyuges surge enseguida. El amor fuera del matrimonio era habitual, el llamado 'amor cortés', el cual era considerado una desviación".
En la Edad Media, el dolor de un conflicto amoroso lleva a la locura, se rompen los equilibrios psicológicos. "Es curioso cómo se representa al loco como alguien de apariencia animal, sin o con poca ropa, algo que simboliza deshacerse del que hasta entonces era su 'yo'".
Cuando Borràs comenta lo de actuar como un medieval, se refiere a ser capaz de observar e interpretar. "Los medievales miraban y aprendían. La mayoría no sabía leer, por lo que tenían que observar las imágenes de los manuscritos o las catedrales para captar el mensaje".
Precisamente, la profesora estuvo en bibliotecas de París e Inglaterra analizando tomos de la época con unas imágenes que ella misma describe como "espectaculares". "La Edad Media es desconocida. Es un periodo demasiado largo (476-1492) como para generalizar y decir que es oscuro y tenebroso. Los manuscritos que yo he tenido en mis manos contienen una increíble explosión de color, realizado mediante elementos naturales".
¿Cómo se representaba al loco en estos volúmenes?
Según explica Borràs, la ubicación de la imagen ya nos está diciendo cosas. La figura del loco es marginal, por eso suele estar en los márgenes de los libros. Además, se le sitúa solitario, nunca con población de fondo.
Llevan elementos que les identifican, como mazas, campanas, plumas, túnicas, capuchas o pieles de cerdo hinchadas con piedrecitas en su interior, de manera que hicieran ruido cuando se acercaban a un pueblo. Los habitantes tenían miedo al loco agresivo, a aquel que usaba la fuerza y la violencia.
También los marcaban. Les cortaban el pelo o les quemaban una cruz en la cabeza. Incluso los 'médicos' medievales operaban la cabeza de estas personas pensando que podrían sacarles 'la piedra que les producía el mal'.
Evidentemente y dada la época, todo acontecimiento venía provocado por causas divinas. De hecho, la locura era considerada un desafío a Dios y una alianza con el demonio. De ahí, conceptos muy usados en la literatura, como la 'dreta via' (ir por el camino que toca), o representar a los locos con lunas en la mano (lunáticos) o comiendo piedras como si fueran hostias.
"Llegaron los 'hospitales' en los que se les encerraba, se les rapaba y se les ponía la camisa de fuerza. Hasta entonces, la imágenes nos mostraban al loco en soledad, sin mirar por donde andan o deformes. Ahora, se les confina. En el campo de la literatura, se pierde en riqueza y se gana en tratamiento específico".
La sociedad medieval toleró la locura incorporando la imagen del bufón. "Por un lado, se ríen de ellos; por otro, el loco consigue la libertad de poder decir lo que quiera protegido por su locura".
En definitiva, una buena conferencia en la que, actuando como medievales, los asistentes conocieron curiosidades históricas de lo más sorprendente.
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