Patrick de Belder - elena

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Autoficha
Me llamo Patrick De Belder. Nací en Amberes (Bélgica) pero vivo en Son Vilar, Es Castell, desde hace 3 años. Fui policía militar de la OTAN y actualmente trabajo de temporada como traductor-recepcionista en una clínica privada de Maó, ya que hablo 5 idiomas. Mis aficiones son el tenis, viajar, cocinar y la fotografía. También me fascinan los coches americanos de los años 50 y 60.

Elena Delgado Maó
¿En qué consistía su trabajo antes de llegar a Menorca?
Yo nací en Bélgica pero, como mi padre era militar, nos destinaron a la base de la OTAN en Colonia (Alemania). Una vez que acabé mis estudios y empecé a trabajar, llevaba a cabo todo lo relacionado con la seguridad en la base, desde controles de identidad a coordinar convoyes que salían en misión. Las instalaciones eran como un "micro mundo belga" en Alemania, teníamos de todo, cines, tiendas, colegios...
¿Por qué decide venir a Menorca?
Con la caída del muro de Berlín, las bases belgas de la OTAN se fueron desmantelando y las tropas debían volver a su país. Como a mí siempre me ha gustado vivir en el extranjero, decidí buscar trabajo en España, que me atraía por el clima y el estilo de vida. Después de unos cuantos años en Alicante y en Granada, me ofrecieron venir a Menorca a trabajar de recepcionista en un hotel de Son Bou así que, tanto mi novia como yo, decidimos instalarnos aquí por motivos de trabajo.
¿Por qué se decantó por el trabajo de recepcionista?
En recepción es muy importante poder hablar distintos idiomas, entre otras cuestiones. En Bélgica hablamos flamenco y francés. Debido a mi vida y trabajo en Alemania, aprendí inglés y alemán. Actualmente trabajo de temporada como traductor-recepcionista en una clínica privada. Ayudo a los pacientes extranjeros en todo aquello que hace referencia a seguros y la traducción con los médicos, sobre todo en urgencias. Me satisface el hecho de poder ayudar a que las personas se comuniquen.

¿Qué es lo que más le gusta de la Isla?
Que no hay agobios, todo está cerca y el entorno es una maravilla. Eso sí, se está algo limitado por eso me gusta salir de viaje a menudo. No me importaría quedarme a vivir aquí. Sería genial que mi trabajo actual pudiera ser para todo el año, eso es lo que me falta.
¿Qué echa de menos de su país?
A mi familia. También estar en el centro de Europa, lo que te permite estar en diferentes países con facilidad. Cuando visitamos a mi familia en Bélgica ¡a veces vamos a comprar el pan a Holanda! Y también echo de menos algunos productos de alimentación, como quesos, chocolates, el pan, que es muy diferente... aunque debo decir que tanto los quesos como los embutidos menorquines me parecen excelentes.

¿A qué le gustaría dedicarse si no fuese traductor?
Tendría un taller donde restaurar y vender coches americanos de los años 50 y 60. En Alemania era fácil conseguirlos, de hecho, tuve y restauré un Chevrolet Impala del 64 y un Cadillac Coupedeville del 59. Sería un sueño convertido en realidad ¡si me tocara la lotería!