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Me llamo Pilar Iglesias Moreno. Nací en Lagartera, Toledo, en el año 1953. Llevo 31 años casada con Jaume Fedelich, pintor, con el que tenemos un hijo, Joan. Vivo en Menorca desde el año 1974. Soy bordadora y me apasiona la lectura, el cine, excepto el de terror y salir al campo para acompañar a mi marido que fotografía los paisajes que luego pinta.

¿Cómo aprendió el bordado lagarterano, uno de los más famosos de España?
Me lo enseñó mi madre que era una gran bordadora, hacía trabajos muy finos incluso para novias que en aquel entonces preparaban en secreto su ajuar. En Lagartera se acostumbraba aprender a bordar desde la más tierna infancia. Era la industria femenina por excelencia del pueblo. Al salir del colegio las madres sentaban a las niñas a su lado y les enseñaban a bordar. Aunque no daba para mucho era un sustento a la economía familiar. Pero en los años 70 con el boom de la hostelería muchos salimos a ganarnos mejor la vida.

¿Fue cuando vino a Menorca?
Sí. Tenía una amiga que trabajaba en Benidorm y nos hablaba mucho de lo que se ganaba más que allá. Yo convencí a mis padres para que me dejaran ir, no fue fácil. Resultó que mi amiga nos había sacado billetes para Menorca y no para Benidorm. Se lo dije a mis padres por medio de una carta, no sabía como comunicárselo y más después de que mi hermano estuviese en Ceuta haciendo la mili. Se les cayó el mundo encima, para ellos Maó era "la Isla del Penal", un auténtico destierro. Pero como la relación con ellos siempre fue buena al final lo entendieron.

¿Cómo es el bordado lagarterano?
Lo primero que nos enseñaban era el repulgo, hacer el dobladillo que se dice aquí. Luego a deshilachar la tela. Se inicia el dibujo con unas vainillas que se convierten en cuerdas. Se cortan las vainillas y se empieza a rellenar de dos maneras diferentes: sembrar el punto de araña y cuajar para resaltar el color del dibujo. El sembrar se está perdiendo en Lagartera porque las generaciones que vinieron detrás de la mía se acostumbraron a tener sembradoras. Vivir en Menorca ha sido una ventaja para mi porque así domino todo el proceso entero.

¿Cuál ha sido entonces la evolución de la industria del bordado lagarterano?
Se ha perdido mucho y al querer mecanizar el proceso se ha querido vender como si fuese hecho a mano y en mi opinión esto ha sido una gran equivocación. Ya no quedan artesanas, ahora se dedican a cortar los hilos y anudarlos o lo que se vende está fabricado fuera.

¿Por qué decidió sacarse el título de la carta artesana?
Yo me he considerado artesana desde que me salieron los dientes. Una vez me invitaron a una feria de artesanía en Ferreries. Pasamos dos días en una calle donde hacía mucho frío mientras otros estaban debajo de una carpa, pregunté por qué y me dijeron que tenían la carta de artesano. Me animé y me la saqué. Ahora puede que me saque la de maestra artesana aunque estas cartas tengo claro que no me hacen más artesana de lo que era antes.