Hace más de cinco años que en Sant Climent no podía verse ese gesto tan sencillo como es abrir el grifo para que salga agua potable. Pero en cuestión de unos meses, para las fiestas de Navidad quizá, los habitantes del pueblo podrán volver a tener agua potable en sus hogares.
A partir de entonces, recordó Fernando Pons, presidente de la Asociación de Vecinos de Sant Climent, "habrá que hacer un buen uso del agua que ha costado tanto conseguir".
Las obras, que empezaron ayer, permitirán suministrar agua a unas 200 casas de Sant Climent, donde están empadronadas medio millar de personas, además de una veintena de casas situadas en el campo a las que también se hará llegar la canalización desde el depósito de Turó.
Ahorro
El nuevo suministro de agua beneficiará a su vez a los mahoneses, que con el pago de sus impuestos han hecho posible durante estos cinco años la financiación del transporte de agua en camiones cisterna. Así lo reconocía ayer el alcalde de Maó, Vicenç Tur, al afirmar que "no sólo se reducirá el tráfico de cisternas, sino que durante todo este tiempo el transporte de agua ha costado a los mahoneses 500.000 euros que ahora se reducirán a 230.000, que es lo que supone la inversión de estas obras".
Tur recordó que cuando se cerraron los pozos de Sant Climent, los niveles de nitratos estaban en 150 miligramos por litro, mientras que este mes de agosto se situó en 47.
En cuanto a la afectación que supondrá la obra para los vecinos del camino rural que une el depósito de Turó con Sant Climent, el alcalde aseguró que "se realizará por tramos y se irá comunicando a las personas afectadas de tal forma que el camino siga siendo practicable".
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