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Cada vez son más los que ya no permanecen impasibles ante la evolución del dique de Ciutadella. Los abultados números de esta obra empiezan a inquietar a un buen número de personas, cuya intención no es paralizar la obra, sino cuestionar por qué va sumando millones y millones de euros sin ningún obstáculo, y sin que casi ningún partido político alce la voz.

Este periódico hace tiempo que viene informando de cómo el presupuesto real de la obra está cada vez más lejos de aquel que firmaron Ferrovial y el Govern balear de Matas: 50,2 millones de euros. A día de hoy, tal como se informaba esta misma semana, el coste seguro de la infraestructura es de 76,6 millones de euros, y nadie duda de que será superior. Un incremento que arroja dudas más que razonables en algunos de sus capítulos. El último, los 8,4 millones de euros anunciados para la colocación de otros dos cajones en el dique.

Cojan ustedes su calculadora. Muchos conocerán la regla de tres. Para estos dos cajones, Ports ha asegurado que hacen falta 8,4 millones de euros. Ahora hagan memoria. Recordarán que en la estructura original del dique se colocaron 14 cajones de los grandes. Y seguramente también tienen presente que el coste total del proyecto (presupuesto que incluía muchas otras cosas además de los cajones, como explanación de terrenos, construcción de otro dique interior, muelles, etc.) fue de 50,2 millones de euros. Apliquen entonces la regla de tres: si dos cajones cuestan 8,4 millones de euros, 14 deberían costar... ¡58,8 millones! Algo aquí no cuadra.

Y es más. En la última inyección de dinero público en el dique, Ports incluyó cuatro millones de euros más para actuaciones en la infraestructura. Y lo hizo con la boca pequeña, sin anunciarlo de antemano. Este periódico desveló el miércoles que alguna de estas obras que ahora se incluyen ya estaban previstas en el diseño original del dique, y se adjudicaron a Ferrovial. Después, estos proyectos desaparecieron cuando Miquel Àngel Grimalt (conseller de Medio Ambiente con Unió Mallorquina) y Ferrovial pactaron un modificado del proyecto que rozó el máximo legal. Es como si se hubiera tenido que aligerar la carga de obras para encajarla en el límite legal y ahora se estén colando mediante proyectos complementarios que, al fin y al cabo, acaban siendo ejecutados por una empresa que, conviene no olvidarlo, llegó a pedir 93 millones de euros para acabar las obras. Esta teoría se está cumpliendo con la concesión, por ejemplo, de un millón de euros para dotar de servicios como luz y agua al dique. A mí que alguien me explique cómo pensaban en Ports que un puerto iba a funcionar sin estos servicios básicos.

Otra de las dudas que rodea el dique ya fue expresado por un servidor hace casi dos meses, y desde entonces nadie ha aportado ninguna información. A finales de mayo, Ports aseguraba haber pagado ya el 95,5 por ciento del coste de la obra (sin contar los nuevos cajones ni las obras complementarias anteriormente citadas). Eso implicaba que restaban por abonar solamente 2,6 millones de euros, con los cuales Ferrovial tenía que acabar la obra. Muchos dudaban que eso fuera posible contemplando el estado de la obra. Y aun a día de hoy esto parece aún más imposible. Por eso, algunos sospechaban que las obras del dique recibirían más dinero público, y acertaron. Ante esta realidad, la pregunta es obligada. ¿De qué sirve tener un presupuesto cerrado, como lo tenía el dique, si se le van añadiendo millones y proyectos complementarios con tanta frecuencia que a uno ya le cuesta saber cuánto se lleva gastado y, sobre todo, cuánto se gastará al final?

Porque no hay que olvidar que al dique de Ciutadella aún le falta una estación marítima que, tal como informó este periódico en mayo, será reducida. Y también faltará la adaptación para que lleguen los cruceros, y el vial de salida de Son Blanc. Estos días, las quinielas sobre el coste final del dique son muchas. Algunos dicen que se va a llegar a los 93 millones que pedía Ferrovial. Otros aseguran que se van a superar, y los más pesimistas apuntan hacia 120 millones de euros. ¿Les suena una obra que se adjudicó por unos 50 millones de euros, y que al final acabó pasando los 100? Una pista, sucedió en Palma.

Expresar las dudas sobre el sobrecoste del dique no significan que se quiera parar el proyecto, como muchos aseguran. En tiempos como los actuales, en que son muchas las entidades que ven recortadas sus subvenciones, funcionarios con nóminas reducidas, y proyectos que no se pueden ejecutar por falta de dinero público, una obra que recibe millones y millones por encima de su presupuesto debería ser centro de atención. Y por eso sorprende el silencio de los grandes partidos. Nadie protesta, todos acatan. ¿Cómo pueden estos políticos obligar a algunos centros de salud, como me consta, a quitar fluorescentes de sus luminarias para ahorrar dinero, y en cambio aportar euros y más euros a una obra pública y, sobre todo, sin que nadie pida control?

Que nadie dude que el dique va a seguir adelante, y deseo que así sea, pero las preguntas sobre este proyecto se van acumulando, y nadie ofrece respuestas. Algunas ya apuntan a futuras nuevos proyectos complementarios en el dique, y las teorías que se manejan asustan.