La crisis económica no ha desanimado a un grupo de amigos de Ciutadella a emprender una iniciativa empresarial original y novedosa. Los cinco socios están entusiasmados en producir la primera cerveza menorquina. Se llamará Illa y saldrá al mercado a finales de mes.
El proyecto empresarial surgió por Navidad, en un encuentro entre amigos que comparten el gusto por la cerveza. La idea la dió Felip Llufriu, chef de Ciutadella de reconocido prestigio en Cataluña, a pesar de que no está vinculado a la empresa. A todos les pareció un proyecto empresarial atractivo y empezaron a moverse para conocer el proceso de la bebida.
La cerveza rubia artesanal se elabora en una nave del polígono industrial de Ciutadella y los botellines empiezan a acumularse en la bodega para salir al mercado. Su nombre, Illa, fue escogido por unanimidad de todos los socios, que escogieron el azul mediterráneo para el color de la marca.
Los promotores explican que Illa es una cerveza viva, es decir, fermenta y evoluciona con el tiempo. La nueva bebida está elaborada con productos naturales, sin filtrar ni pasteurizar y sin ningún tipo de aditivo o conservante, a diferencia de la producción industrial. El resultado es una cerveza rubia, de estilo pilsener, ligera pero con cuerpo, de aromas y sabores frescos con toques afrutados de lúpulos y levaduras. "Queremos que refleje la identidad menorquina: una cerveza tranquila, ligera, pero con carácter. Está pensada para que guste a los menorquines", afirma Pau Marquès Seguí, socio fundador y responsable de comunicación de la empresa.
Hace un mes que empezó la producción con cereales naturales importados. No obstante, a partir de septiembre, quieren empezar a producir con materia prima cultivada en la Isla. El responsable de la empresa, Antoni Mercadal Sarris, explica que el proceso empieza con la mezcla y molido de diferentes tipos de maltas (cebada germinada) y lúpulos. Esta materia macera en grandes ollas automáticas a diferentes temperaturas. A continuación empieza el proceso de cocción hasta 100 grados centígrados. El líquido pasa a los depósitos de fermentación a una temperatura que no supera los 18 grados, donde las levaduras transforman los azúcares en alcohol y carbono. Luego, la cerveza se embotella y etiqueta y madura en la bodega a la espera de distribuirse.
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