La exposición fue inaugurada el pasado viernes

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Damià Coll y Carlos Mascaró, además de vivir en el mismo pueblo, Ferreries, tienen otra cosa en común, su pasión por el arte. El primero fotografía paisajes que parecen pinturas; el segundo pinta cuadros que aparentan ser instantáneas, aunque como él mismo explica, con matices. «Intento ir más allá, no copio, sino que lo filtro a través de mi sensibilidad», advierte. Ambos son noticia por protagonizar «Quan un pinzell fotografia i una càmera pinta», que se podrá visitar en la sala Xec Coll de Ciutadella hasta el 7 de agosto.

Entre Mascaró y Coll también son reseñables sus diferencias. El pintor acostumbra a recluirse en su estudio, mientras que al fotógrafo una de las cosas que más le gusta es salir a caminar por el campo. Durante uno de esos paseos, se le ocurrió, reflexionando sobre cómo sus imágenes se asemejan cada vez más a la pintura,    que sería buena idea combinar esa propuesta con la de Mascaró en un proyecto. «Pensé que me iba a decir que no», confiesa, pero la respuesta fue positiva, y ahora sus obras dialogan en dos espacios diferenciados de la sala.

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Uno de los cuadros de Mascaró, cuya propuesta en la exposición se centra más en los espacios bajo techo y bodegones

La buena noticia es que Mascaró vuelve a exhibir su obra en público, algo que no sucedía desde hace seis años. La razón de esa tardanza, según él mismo explica, es que actualmente trabaja por encargo con una apretada agenda «y por mi lentísima técnica, que no pienso cambiar». Así, ahora se puede disfrutar de algunas obras de su colección particular, en las    que el protagonismo recae en los espacios interiores, los bodegones y el retrato de personajes que se ha encontrado en sus viajes. Y, por supuesto, algún guiño a su siempre venerado Vermeer.

En contraposición, las imágenes de Coll respiran aire libre por los cuatro costados. La armonía es la clave de la belleza reza el título de una de sus obras, que bien vale para definir el conjunto de su aportación a la muestra. Cuando habla del compañero de exposición, destaca «su trabajo, su constancia, lo meticuloso que es en esos golpes de luz que hay en todas sus obras. Y a mí, que en la fotografía la luz lo es todo, me atrae mucho ese elemento».

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Una fotografía de Damià Coll, que parece un lienzo

La admiración que siente el pintor es recíproca: «Me gustan esos paisajes marinos suaves, tipo acuarela, es una fotografía muy original», dice Mascaró, quien considera que la propuesta de Coll «se complementa muy bien» con sus pinturas. Un contraste en el que convive «digamos mi obra de un barroco actualizado, con la suya que es todo lo contrario».

Sus universos se funden en la exposición a través de un interesante audiovisual, que en tan solo doce minutos nos ofrece unas poéticas pinceladas sobre cómo abordan sus procesos creativos.