Este año ha visto la luz el libro ‘Diario de Menorca', obra póstuma del escritor peruano que habla, entre otras cosas, de los seis meses de 1977 en que se instaló con su familia en Maó
Captura de vídeo de una entrevista con el escritor, autor, según su compatriota Vargas Llosa, de la mejor novela peruana de los 90, «Terceto de Lima».
«Nuestra desesperación consiste exclusivamente en no dejar de plantearnos el sentido de la existencia como éxtasis», decía en 1977 el poeta y novelista peruano Enrique Verástegui (Lima, 1950-2018). Estas líneas, aparecidas en su día en la «Revista Hispanoamericana de Literatura», forman parte ahora del libro «Diario de Menorca (Primavera/verano 1977)» (Vértigo Ediciones, 2024). Una obra póstuma en la que el autor relata, entre otras reflexiones, sus vivencias en la Isla acompañado de su mujer, la también poeta Carmen Ollé, y su hija.
En 1976, Verástegui obtuvo la prestigiosa beca Guggenheim, que le permitió vivir un año en Europa. Con los 12.000 dólares con los que estaba dotada, el poeta y su familia vivieron seis meses en Barcelona y otros tantos en Menorca. Fue en la Isla donde, además, escribió el germen del que sería su libro «El motor del deseo», un ensayo sobre el sistema de producción del texto literario.
«Conocido sobre todo por su poesía, Verástegui ha borroneado las fronteras que demarcan el territorio de los tradicionales géneros literarios y también las que separan a las distintas formas de discurso. En su obra, de este modo, en un primer nivel resulta impreciso definir en qué momento empieza o termina la poesía, la narración, el ensayo o el testimonio; y en un segundo nivel, la literatura, la filosofía, las matemáticas, la lógica o la ciencia. ‘Diario de Menorca' es un ejemplo de esta escritura integral», reseñan en la Biblioteca Nacional de Perú con motivo de la reciente publicación.
Una isla «para descansar»
La familia recaló aquí por recomendación de unos amigos que les hablaron de Menorca como «una excelente isla mediterránea para descansar», tal y como el escritor relata en el texto. Un libro en el que se reflejan sus primeras sensaciones tras pisar el destino. «Llegamos, una mañana de primavera, a Mahón. El barco, blanco como un cartucho, se deslizó lentamente por una larguísima ensenada azul turquesa rodeada por colinas cubiertas de una vegetación verde intenso», describe.
Un viaje del que Ollé también se hizo eco un artículo publicado en el diario peruano «El comercio» en 2018. «En Mahón, en la Isla de Menorca, había una biblioteca bien surtida. Subíamos por la carretera a pie para pedir prestados libros, aunque ya habíamos comprado una cantidad irrisoria cuando vivimos en Barcelona. Allí nos visitaban Roberto Bolaño y Bruno Montané, dos poetas jóvenes chilenos, que acababan de llegar de México», rememora la poeta. Experiencias de las que Ollé, quien está considerada como una de las máximas representantes de la poesía femenina en su país, también habla en el volumen de memorias publicado el año pasado: «Destino: Vagabunda».
Sobre la biblioteca de Maó también habla en su diario Verástegui. «Felizmente la biblioteca de Mahón está bien aprovisionada y sus librerías (…) están llenas de buenos libros que con la dictadura franquista no se podían editar antes en España. Así que una vez por semana, los jueves, visitamos las librerías y volvemos a casa con las alforjas cargadas de libros».
Una aventura breve pero intensa la que vivieron Verástegui y Ollé, de cuyo final habla la poeta en su artículo: «La tramontana, el viento frío que viene del norte de España, nos hizo dejar Menorca y viajar a París, donde encontramos a todos nuestros compatriotas autoexiliados por diversas razones».
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