El autor junto a una de las obras más grandes e impactantes de la muestra, «Las suaves valquirias» | Sergi Garcia

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Antes de dedicarse en cuerpo y alma a la pintura, cuando Marc Jesús concentraba sus esfuerzos artísticos en la joyería, mientras trabajaba en el diseño de una horquilla comenzó a tomar forma el perfil de una figura que con el paso del tiempo ha acabado por convertirse de alguna manera en un emblema de Menorca. Estamos hablando de sus conocidas mujeres, que tras no acabar de cuajar como joya cobraron una nueva vida vestidas de ese característico color azul que lucen desde hace poco más de un cuarto de siglo.

Los comentarios que llegan a oídos del artista le sirven para reconocer que su creación se ha convertido en un icono de la Isla: «Tengo la gran suerte de que cuando alguien ve una de mis mujeres azules la relaciona directamente con Menorca», relata rodeado de la cerca de treintena de cuadros y esculturas que forman parte de su nueva exposición, «Pretty Woman», que se pude visitar en la galería Vidrart de Ciutadella hasta el 30 de septiembre.

Las letras del cartel rememoran a la tipografía de la conocida película protagonizada por Julia Roberts, pero el mensaje va por otros derroteros. «Siempre he dicho que mis mujeres azules son Menorca, la filosofía de vida que transmito, y ‘Pretty Woman' es un halago, como decir a la Isla ‘que bonita eres'; es una apología a nuestra manera de vivir aquí», defiende.

Todo un homenaje a una tierra que para el artista es una «fuente de inspiración inagotable» y que retrata de una forma muy personal a través de su particular paleta de colores con el objetivo de retratar «una vida sosegada, relajada y agradable». Una visión idílica cargada de momentos lúdicos «porque para ver otras cosas no hay más que encender la tele y ver toda la mierda que hay en el mundo. Aquí, de alguna forma, vivimos en una pequeña burbuja dentro de este loco mundo», dice.

El pintor menorquín se considera un «portador de cosas bonitas» que invita a la gente a «pensar y reflexionar sobre esos pequeños momentos que no son materiales, los que represento son espirituales e invito a las personas que contemplan mis obras a disfrutar de ellos».

En «Pretty Woman» se puede contemplar el trabajo llevado a cabo durante el último año, muy en la línea de su característico estilo pero en el que se aprecian algunas diferencias, especialmente en sus bodegones, en los que las frutas quedan fuera para dar paso a las flores, cojines y telas, elementos todos ellos salpicados un cierto toque étnico fruto de sus viajes.

Es posible que algunas piezas resulten familiares entre sus más fieles seguidores, pero tiene una explicación. «Cada obra que termino va directamente a Facebook, cuando acabo un cuadro tengo que enseñarlo en el acto, no me gusta guardarme las cosas», confiesa para a continuación desvelar cuál es su secreto: «Disfrutar de mi trabajo». Algo que hace de la mano de unas mujeres que con el paso del tiempo sigue considerando «de espíritu joven pero con las virtudes de la madurez».