Para muchos mallorquines y no pocos foráneos, las Bodegas José L. Ferrer y Franja Roja, su marca insignia, son sinónimo de prestigio y calidad. El actual reconocimiento no es fruto de la casualidad, sino de la firme apuesta por la calidad y la innovación, sin olvidar jamás las raíces y la tradición, de estas bodegas que van en cabeza.
Las tres generaciones de la estirpe vinatera de los Ferrer nunca se han conformado con lo que les aportaba la memoria histórica y la experiencia heredada y por esto siempre han buscado enriquecer el legado recibido. Así, desde el abuelo, Jose Luís Ferrer Ramonell, hasta los nietos, Sebastián y Jose Luis Roses, todos han marchado fuera de nuestras fronteras para descubrir y, en su caso, aplicar en casa nuevas ideas y técnicas enológicas de todo el mundo.
En constante progreso
De la época del fundador hasta hoy la bodega no ha perdido ni un gramo de tipicidad y autenticidad en los planteamientos, pero ha conseguido mejorar en gran medida el resultado final. Unas instalaciones avanzadas que combinan lo mejor de las técnicas modernas y las tradicionales y, sobre todo, vivir el vino como una pasión que se transmite casi genéticamente, de generación en generación, han tenido como recompensa el reconocimiento del mercado autóctono e incluso el de fuera de nuestras fronteras.