Cala Mitjana | Rubén Díaz

No cabe duda. Menorca es, principalmente, un destino de sol y playa. El mar de diferentes tonos, y un espectacular turquesa, es el gran tesoro de una Isla que tiene mucho que ofrecer a pesar de ser un territorio pequeño. Estamos hablando de 75 playas y calas perfectas para disfrutar de los baños del Mediterráneo. Haciendo gala de su condición de Reserva de Biosfera, los espacios vírgenes actúan como bandera insular, pero también los arenales en zonas urbanas, con todo tipo de servicios, que igualmente lucen todo el esplendor menorquín y ofrecen una gran accesibilidad.

Una característica esta última que no se puede atribuir a las playas más salvajes, para la que es necesario desplazarse en coche y, a menudo, recorrer un trecho a pie. La buena noticia es que la recompensa merece la pena, pero es aconsejable llevar un calzado cómodo y estar bien provisto de agua para perderse en esos entornos lejanos a los núcleos de población. En la Isla podemos diferenciar principalmente dos tipos de playas, las del litoral norte y la costa sur. Las primeras, de tonos más oscuros y paisaje más agreste; las segundas de arena blanca y aguas más cristalinas.

La mayor concentración de arenales (con 24) se produce en Ciutadella. Municipio al que pertenecen precisamente algunas de las calas más mediáticas y populares, como Macarella y Macarelleta, a las que durante la temporada alta solo se puede acceder en autobús lanzadera o en barco. También es posible utilizar esos medios para llegar en la costa sur a Cala en Turqueta y Son Saura, arenales a los    que los desplazamientos en coche están limitados en función de la capacidad de los aparcamientos. Lo mismo ocurre en las playas de Algaiarens, en el litoral norte.

Es Mercadal, en la zona central de la Isla, es otro de los municipios que aúna una gran oferta de arenales. Y entre estos cuenta también con algunos de los más icónicos, como la playa de Pregonda, a la que se accede tras una pequeña excursión. Algo más accesible es la de Cavalleria, además de otras playas urbanas, como Arenal d’en Castell y Son Saura.

En la otra punta de la Isla, en Maó, no se pueden pasar por alto opciones tan atractivas como las playas de Favàritx, con su imponente faro presidiendo el entorno. Estamos hablando de dos arenales vírgenes como Cala Presili y Tortuga, cuya visita también implica un buen paseo por la naturaleza. Cabe señalar que el acceso está restringido y para ello se ha habilitado un aparcamiento, desde donde parte un autobús que también se puede tomar desde Maó. Las de Es Grau y Cala Mesquida son otras de las dos playas más famosas del municipio.

En lo que se refiere a las playas en su sentido más amplio, hay que destacar, en Alaior, el arenal más extenso de la Isla, el de Son Bou, que con cerca de tres kilómetros de longitud combina una zona urbana con otra virgen. Cabe citar también dentro de ese estilo en Es Migjorn Gran, la línea de playas formada por San Adeodato, Sant Tomàs y Binigaus, en las que también conviven los servicios con una zona mucho más natural.

Una colección de playas para todos los gustos, entre las que figuran también zonas tan populares para los visitantes como Cala Galdana, en Ferreries, y Punta Prima en Sant Lluís. Lugares a los que se accede con facilidad por carretera. También existen diferentes servicios marítimos, como los barcos turísticos denominados «golondrinas» o incluso taxis marítimos para llegar a esas playas de complicado acceso, como pueden ser en el litoral sur Trebalúger o Cala Escorxada.

El bus: una buena forma para moverse para ir a las playas

Con el coche como principal medio de transporte utilizado por el visitante, y una mayor presencia cada vez más de las motos tipo scooter, el autobús se está imponiendo en los últimos tiempos como una de las alternativas más viables, tanto para las playas vírgenes como las de las urbanizaciones turísticas. La oferta de rutas, horarios y precios se puede consultar en la página web mou-tmenorca.com.