La veterana entrenadora de las Escoles Espotives de Ciutadella lleva años trabajando con jóvenes. | Katerina Pu

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Xeca Anglada Sastre (55 años) empezó de monitora de voleibol el curso 1984-85, cuando con apenas 15 años y siendo aún jugadora cadete, cogió el equipo infantil femenino del colegio Virgen de Monte Toro, su ‘cole’. Dicho de otra manera, se cumplen 40 años desde que aquella ‘jovencita’ apasionada del voleibol empezara de entrenadora, en el patio de asfalto del colegio. Anglada empezó volei a los once años, con su profesor de educación física, Don Luís Mallo.

Sin embargo, a ella lo que le gustaba era jugar a fútbol; «pero en aquella época, que una niña jugara a fútbol no estaba bien visto ni había equipos. El volei era un deporte que observado desde fuera me producía cierto rechazo– por el dolor en los brazos– pero cuando Don Luís me lo enseñó fue amor a primera vista y muy pronto me interesé en hacerme entrenadora y árbitro. Él no podía con todo y confió en nosotras– Gari y yo– para llevar este equipo», nos narra para «Es Diari». Así empezó todo aquel 1984, hasta este sábado pasado, cuando el Club Voleibol Ciutadella le reconoció estas cuatro décadas de dedicación y compromiso con la entidad.

¿Siempre se ha sentado en banquillos del CV Ciutadella y/o de las Escoles Esportives?

—A excepción de estos dos primeros años en mi colegio, siempre he entrenado en el que ha sido mi club, el Club Voleibol Ciutadella. A partir del año 1990 me incorporé a las Escoles Esportives Municipals que, a través de un convenio, llevan las categorías inferiores del club.

¿Cuántos equipos, chicas y chicos cree que habrá llegado a entrenar aproximadamente?

—No sé cuantos equipos he podido llevar; el otro día hacíamos un cálculo aproximado y nos llevó a unos 100 equipos y a unos 1000 deportistas aproximadamente…

Desde que empezó ha estado en la formación y en las categorías inferiores, ¿por qué?

—Casi siempre. He hecho algunas incursiones con equipos juveniles y séniors, de primera y sobre todo de segunda entrenadora; pero lo mío son los y las ‘peques’, por varios motivos y de diferente índole. Soy una persona bastante insegura y con una baja autoestima y el mundo sénior me da cierto ‘miedo’. De más joven me atreví pero fue algo pasajero. A parte, al acceder a la plaza de monitora en el Ayuntamiento de Ciutadella mi trabajo quedaba enfocado a categorías de formación.

La veo que está pensando...

—La más importante, la vida me llevó aquí y no fue por casualidad. Me he dado cuenta que esto es lo que realmente me gusta y me llena. Los niños/as aún tienen margen para educarlos, para enseñarles el deporte desde otras perspectivas y creo que yo he tenido mucho por ofrecerles. A la vez ellos y ellas me han aportado mucho en mi crecimiento personal y siempre se lo agradeceré.

Sin embargo, ¿no se ha planteado nunca durante todos estos años entrenar algún sénior?

—Durante una o dos temporadas llevé un sénior en el que casi todas las jugadoras eran mayores que yo y tengo muy buenos recuerdos. También disfruté mucho los años como segunda entrenadora en los equipos del club que militaban en la Superliga Júnior española.

Si un día le ofrecen entrar en el cuerpo técnico del Avarca...

—(Risas). Primero, no creo que vaya a suceder. Segundo, mi formación a nivel técnico-táctico no me sirve para estar a este nivel y tercero, debería vencer muchos miedos, inseguridades y resistencias. Eso no quita que me encante hablar con Bep Llorens. Tenemos una visión y enfoque deportivo muy parejos y siempre nos aportamos ideas el uno al otro (filosofamos), que nos enriquecen mutuamente. A él para el Superliga y a mí para mis ‘peques’.

Xeca, 40 años. ¿Qué pensó en el homenaje que se le hizo?

—(Más risas). Pensar no pude pensar demasiado, ya que la sorpresa, la vergüenza y a la vez la emoción me sobrecogieron. Bep me dijo que mucha gente se levantó de sus asientos para aplaudir, así que lo único que puedo decir es que estoy profundamente agradecida al club por este reconocimiento. A todos los niños/as que me han acompañado estos 40 años y a sus familias por la confianza depositada en mí; me siento querida. Pasados unos días– yo que soy muy reflexiva– he pensado mucho en todo lo que ha sucedido este fin de semana y como lo he vivido. Seguro que en breve me pongo a escribir y reflexionar sobre ello, sobre lo que suponen los reconocimientos públicos, como los gestionamos y su impacto en cada uno de nosotros/as.

Imagino que el voleibol, que le ha ocupado tanto en su vida, le habrá dado mucho....

— No sabría por donde empezar pero lo más importante: me ha dado amistades, experiencias, viajes– que de otra forma no me hubiera podido permitir– y mi sustento económico, ya qué poco pensé por aquel entonces que acabaría convirtiéndose en mi profesión. Pero sobre todo ha sido mi compañero de viaje desde los once años, he crecido junto a él y a través suyo y de su gente. Primero me abrió un mundo nuevo– en mi familia no se viajaba–, me ayudó a sentirme más segura de mí misma. Y en los peores momentos de mi vida literalmente ‘me salvó’ y me hizo sentir acompañada.

Es toda una vida en las pistas de voleibol y entre chavales...

—He crecido como persona, he aprendido a tomar consciencia de mis emociones y a gestionarlas, a la vez que se lo enseñaba a alumnas/os. Fue y sigue siendo un camino de aprendizaje mutuo espectacular y enriquecedor.

¿Y le ha quitado nada?

—Por supuesto que no. La experiencia me ha enseñado que ningún acontecimiento, por duro que sea y aunque pueda parecer que nos quita algo, siempre suma y nos aporta aprendizajes y lecciones de vida.

¿Cómo se definiría como monitora? Se considera más formadora que competidora pienso...

—He pasado por todas las facetas. Al principio entrenaba de la misma forma que me entrenaron a mí y la competición tenía un papel relevante en mi forma de entrenar. Con el tiempo, la propia experiencia de vida y de años acompañando a jóvenes deportistas, me ha enseñado que en estas edades debemos ser formadores y transmitir a los jóvenes la importancia de la práctica deportiva mucho más allá de los resultados competitivos. A la vez debemos enseñarles qué se necesita para trabajar en la persecución de objetivos, ya sean deportivos o de otra índole.

Tras estas cuatro largas décadas, ¿cómo se nota de ilusión y ambición? ¿Le quedan retos?

—Si te soy sincera, actualmente sí que me siento cansada; el trabajo con niños desgasta aunque también es cierto que he pasado por épocas personales difíciles y siempre he sabido reinventarme. Desde hace unos años me desgasta más el entorno y el hecho de trabajar en un ayuntamiento rodeada de decisiones políticas y técnicas que respeto pero que en muchas ocasiones, no comparto. Referente a los retos y ambiciones, no soy persona de grandes retos ni muy ambiciosa; hace tiempo que vivo el día a día, afrontando los retos que se van presentando y que no son pocos. Puede que este haya sido el secreto de mi longevidad como entrenadora; no depender del reconocimiento y disfrutar del cariño que siempre noto de los ‘peques’ y sus familias.

Por cierto, el dilema de moda, ¿es posible formar y competir a la vez con menores en el deporte?

—Por supuesto que sí, aunque para ello deberíamos cambiar lo que entendemos por competición en estas edades. No hay otra forma de aprender a competir que compitiendo pero al igual que deberíamos adaptar la manera de enseñar a las diferentes edades también sería ideal adaptar las competiciones. No veo viable y compatible con el factor educativo que niños/as de 6-10 años compitan bajo un sistema de competición con prácticamente los mismos parámetros que una liga profesional. Es posible competir y formar si entendemos la competición como un elemento más del proceso formativo y no como el máximo objetivo y motivación de los entrenamientos.

Imagino que le satisface ver a jugadoras suyas que acaban en el Avarca o en la Superliga...

—Me satisface y mucho pero igual que me satisface ver jugadoras que tras muchos años siguen jugando, sea al nivel que sea; o que incluso sigan practicando algún deporte aunque no sea el voleibol. Igual que me emociona que alguna de ellas me haya mandado una foto tras tener a su primera hija; o como disfruto entrenando ahora a las hijas de las que fueron mis primeras alumnas. Sobre todo me satisface encontrarme por la calle con muchas antiguas/os jugadoras y seguir sintiendo su aprecio y su cariño.

Llevamos dos años sin ninguna local en el primer equipo, ¿a qué cree que se debe?

—Primero remarcar que el objetivo de las categorías de formación del club no es el de sacar jugadoras para el Superliga sino procurar que este deporte se extienda al máximo de la población joven, crear afición. Si por el camino salen jugadoras válidas para la máxima categoría, perfecto. ¿Motivos? Pueden ser varios; uno de ellos, el nivel de la Superliga ha subido los últimos años, lo que implica una mayor dificultad de acceso para las canteranas, cuyo objetivo es nutrir al primer equipo, imaginad para nosotros. Además aquí siempre tenemos la dificultad añadida de que a los 18 años la mayoría salen a estudiar fuera y aunque algunas siguen, la mayoría priorizan los estudios.

Avarca lleva 19 años en la élite, ¿lo habría imaginado nunca?

—Sinceramente, no. Aunque cuando se supo gestionar y superar la gran crisis provocada por la suspensión de las subvenciones municipales, entendí que había élite para años.

El apunte

Formación y los jóvenes de la Isla

«Quiero ser más optimista, mejor pero lo que veo a diario está lejos de lo que es, ‘deporte formativo’. Son décadas de arraigo de creencias que nada tienen que ver con los valores deportivos y los espejos en los que se miran muchos niños no son precisamente los mejores ejemplos. Los estamentos que rodean a los jóvenes deberían ser más conscientes de la importancia del enfoque que le demos a al deporte de formación, caemos en incoherencias y en los clubes sería genial dar a la competición la importancia formativa que tiene y de verdad. No vale todo para ganar un partido o competición. La sociedad actual de los jóvenes es diferente y las metodologías deben adaptarse a las necesidades», arenga Anglada sobre el presente del deporte.