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"¿Es que a nadie se le va a caer la cara de vergüenza? Se trata de compromisos firmados. Es una deuda que un organismo como el Govern Balear debería asumir y no lo hace. No sé qué pensar. Todas estamos tristes y abatidas". No lo dice una persona cualquiera. Lo dice Esther López, la capitana y voz de peso en el vestuario. Y lo dicen las demás. Sin excepción.

"Ganamos la segunda Superliga. Hace nada levantábamos un trofeo que nos ha costado un mundo. En esfuerzo físico y en esfuerzo económico. El club ha hecho de todo. Nosotras también. Pero sabemos quienes han fallado". Esther iba subiendo su tono de indignación y tristeza.

"La situación es mala para todos. Pero confiábamos en que tarde o temprano pagarían. Y asumíamos que deberíamos sufrir otro recorte. La decisión del club es triste, pero es muy meditada. Así no se puede seguir", proseguía. Y más. "Me estoy estrujando el cerebro buscando posibles soluciones... Quizá si Valeriano Allés pudiera hacer un esfuerzo, o si surgiera otro patrocinador... Pero sé que es imposible y no hay vuelta atrás. La decisión está tomada. Me siento fatal porque me encanta Menorca y estoy muy bien aquí. Y lo mismo dicen muchas de mis compañeras", proseguía la libero. Se podría hacer un libro con sus palabras. "¿Saben estos políticos lo que hemos llorado? Han sido muchos palos... Pero es el final. Supongo que debe haber alguien que se está alegrando".