Su vuelta de honor, enarbolando la bandera nacional azul y amarilla, fue seguida con emoción por la delegación ucraniana desde la grada.
Mahuchikh, originaria de Dnipro, cargaba con la responsabilidad de liderar al pequeño equipo ucraniano, formado por seis mujeres (los hombres están en la guerra), en busca de la medalla de oro, y tenía credenciales bastantes para lograrlo: bronce olímpico, plata mundial y oro europeo en sala, pero había rivales dispuestas a impedírselo.
No lo tuvo fácil, porque la australiana Eleanor Patterson, que encabezaba el ránking mundial del año con una marca de 1,99, estuvo por delante cuando saltó los 2 metros justos. La ucraniana tuvo que agotar sus tres intentos para conseguirlo. Luego superó los 2,02 a la primera, dejando sentenciada la contienda. La australiana no pudo con esa altura.
La kazaja Nadezhda Dubovitskaya se alzó con la medalla de bronce con un salto de 1,98, por delante de la montenegrina Marija Vukovic (1,95) y de la segunda ucraniana, Iryna Gerashchenko (1,92).
El abrazo de la polémica con Mariya Lasitskene
Aunque la joven ucraniana era una de las grandes favoritas para la prueba, no se puede dejar de lado que ha logrado el oro sin la presencia de la triple campeona del mundo y vigente campeona olímpica Mariya Lasitskene.
La saltadora rusa no está en Belgrado por el veto internacional al deporte de su país debido a la invasión de Ucrania, algo que ha abierto la puerta a otras. En el caso de Mahuchikh, además, la ha dejado sin una amiga.
En los Juegos Olímpicos de Tokio protagonizaron una imagen muy simbólica. Tras la final de altura, ambas se abrazaron para felicitarse por sus respectivas medallas, cuando ya había el 'run-run' de una posible invasión de Putin a sus vecinos. Incluso el ministerio de defensa ucraniano llamó al orden a Mahuchikh por este gesto, lo que fue aprovechado por la propaganda rusa para apuntar al supuesto régimen extremista de Kiev.
Mahuchikh fue una de las primeras deportistas que huyeron de Ucrania cuando comenzó el asalto. "Era el 24 de febrero, a las 4.30 horas, cuando me desperté en mi apartamento de la ciudad de Dnipro por las explosiones, la artillería y disparos. Incluso antes de llamar a mis padres, entendí que eso era una guerra", relataba ya desde Belgrado.
"Después de horas de pánico, nos mudamos a un pequeño pueblo no muy lejos de casa. Es difícil imaginar cómo lograron organizarlo, pero gracias a World Athletics y las federaciones de atletismo de Rumania y Serbia, lograron organizar mi viaje a Belgrado, un viaje de casi 2000 kilómetros, Me gustaría pensar que solo fue una pesadilla, pero esta es la realidad de llegar a cualquier parte desde mi país. Esta es la realidad de la guerra", reflexionó la nueva campeona del mundo.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Menorca - Es diari
De momento no hay comentarios.